martes, 21 de junio de 2016

Si los pececitos fueran personas.



-Si los pececitos fueran personas-preguntó al señor I. la hija pequeña de su empleada-, ¿se portarían mejor?

-Claro que sí -respondió el señor I.-. Si los pececitos fueran personas se organizarían en grupos y construirían edificios para organizar una jerarquía al tiempo que denuncian otras. Por ejemplo, se les enseñaría como hacer que el resto de peces aprendieran cuales son sus verdaderos intereses. Se les diría como los peces más grandes han creado una cadena alimenticia sin la menor base biológica. Los peces más pequeños comidos por los pececitos lo serían como consecuencia de un castigo recibido, un lamentable error que no se volvería a repetir o, en casos extremos, a la falta de conciencia del hecho de ser peces. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso que el mundo futuro en el que la caballa tendría el tamaño y los dientes de un tiburón.Las antiguas enseñanzas acerca de la evolución y la desigualdad natural de los peces serían denunciadas como parte de una superestructura encaminada a conseguir que las sardinas nunca pudieran dejar de ser sardinas ni aspirar a ser en el futuro ballenas, como es la voluntad de la historia futura del mar. El arte que no fuese dedicado a esa historia futura sería denunciado como reaccionario y un intento velado de opresión de los peces grandes.Se promovería un arte basado en la exposición de las desgracias del mar como forma de reproche y lenitivo de esas desgracias contra sus culpables, de los que quedarían excluidos los que aplaudieran ese arte.La solidaridad con los demás peces se demostraría solidarizándose. Cualquier gesto simbólico de rebeldía contra un pez grande se consideraría tan útil como una ayuda efectiva a los pececitos en apuros.

Si los pececitos fuesen personas, el liderazgo sería ejercido en nombre de los pececitos. Cualquier forma de gobierno alternativa sería denunciada como una manipulación de los peces grandes. Se denunciaría que el mar fue creado con un propósito y quienquiera que no siguiese esa razón seria un traidor a los peces pequeños. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos matando tiburones mostrando así el camino al verdadero paraíso del mar. Las costumbres serían comunes y propagadas por el conjunto de los pececillos como un único pez, y las minoritarias serían traidoras al espíritu de la comunidad y prohibidas, aparte de ser objeto de repulsa pública.

Si los tiburones fuesen personas, habría reflexión política; todo acto de cualquier ser sería examinado a la luz de la dirección providencial histórica para que los pececitos pudiesen ser felices al mismo ritmo que su comunidad reclamase. Por supuesto, habría un orden nuevo con esta dirección, y los pececitos se cuidarían muy bien de tentaciones religiosas, esencialmente iguales pero desperdiciadoras de la energía vital de los pececillos en el cambio materialista del mar realmente existente. El hecho de que ese cambio nunca llegase por más que todos los pececitos dieran lo mejor de si mismos se achacaría a la existencia de los peces grandes y a las traiciones soterradas de parte de los pececitos.

Por esa traición momentánea e inmediatamente previa al advenimiento de la felicidad común haría falta una jerarquía. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden nuevo entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas para reeducar a los pececitos más disolutos, etc. En una palabra: si los pececitos fueran personas, en el mar no habría más que buena conciencia.



martes, 7 de junio de 2016

Escapar


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Libre como la alondra, su espíritu voló
Mano de nieve que el invierno agitó.


Teclear cansa, mirar cabezas cansa, escuchar polladas cansa, había una vez un dinosaurio que se extinguió para no aguantarlas, cae la gotera desde abajo arriba en esta oficina, cae el aire, sube el aire, todo sube menos los sueños, hay que ver la lotería, como se pone de guapa cada vez que nieva, y mientras tanto las noticias sacaban a un vagabundo recitando una saga nórdica, pero que pasa aquí, los dedos bailan, la cantidad, el crimen, la fecha, todo baila y se desvanece como hilo de humo y el IBEX baila la lambada con Engels mientras Marx toca el bandoneón en un callejón de donde barrabás se ha escapado y pinta grafittis en la puerta del viejo Diocleciano y los gatos van tiesos de hombros y lamen charcos de tequila.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Entre las ruinas sagradas la cabeza elevó
Etérea, triste y pura, sus cadenas alzó.



Desapúntame de tu falsa honestidad, lengua de trapo. Donde habría un tsunami para hacer trizas el mundo y aparecer de nuevo, transparente como un Roy Orbison haciendo coros a Copernico en un club de alterne. Donde un arma que amenace al mundo por un gritón de dólares, no vengas, Bond, yo no soy un villano de zarzuela que se excita comentando la jugada, yo aquí he venido a hablar de la destrucción del planeta y cuando arregle la juntura del trifásico va a venir Lutero a tomar té con pastas y detrás de las cortinas habrá tacones y ortigas y posiblemente la sangre de Gengis Khan se derrame bajo sus faldas, habrá sido Maria Antonieta o Pocahontas? En cualquier caso el juez de la horca se ha bebido su whiskey ilegal y prepara el tablado.

La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Desordenada y simple, acata su razón
Grieta de fuego que el azar desató.



No hay nadie en casa? Quiero nocilla y Kant me la robó de casa para cambiar su rutina, ahora la tempestad es insólita y caen ranas y más cosas y que pasa con los cascos prusianos si te dan en la cabeza, la cebolla llora porque se siente sola, el runner pasea sus costillas y la aguja del océano pacifico oscila como un péndulo para mantener erguida la rotación de la tierra. Aquí donde me ves, una vez di jaque a Boris Spassky. La nariz te da carácter, dijo el yuppie a Darwin, y el sol se derretía sobre el océano. Donde esta mi nocilla, gritaba el homínido en la sabana y yo frente a un videojuego que quería hacerme un extra entre los malos que mueren al principio a manos del héroe.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Ebria de trenes, su espíritu viajó
Franja de tierra que en sus ojos posó



La Europa League y mi generación somos lo más sobrevalorado del mundo, titulaciones que solo sirven para escribir patentes de corso en sus reversos para la soledad y también para que cuando a mi casa llama el cartero vea que es en realidad Luis II de Baviera, y quiere proponerme un lago en mitad del salón y él corre con los gastos, pero no me viene bien porque quizá no pueda cambiar el canal de la tele y quien sabe que podría aparecer allí, el himno latino del PP y mientras Anna Karenina cabalga un Grifo Errejón me pide la paga, y el sol se consume entre las nubes voraces y la máquina de escribir se suicida en mansiones de florida y la lavadora me llama para que la alimente con la sangre de diez mil vírgenes cada semana pero eso era antes, cuando King Kong, y a ti te encontré ya puesta. Discutimos y Don King nos ofrece vender la pelea, pero sé que perderé, y me voy de borrachera con Newton, y luego ahí está el señor futuro que no se atreve a mírame a los ojos y embravecido por el mojito que me ha preparado Bismarck, le digo que me escaparé y el no tendrá suficientes ojos para evitarlo. Sus ojos sonríen y los Beach Boys cantan una saeta a la patrona de los desechados y aulló los coros y moriré pronto bajo una lluvia que me odia.


La plácida noche que fluye en mi corazón
Rompe las férreas rejas
De tu prisión.
Desnuda y débil, lo mejor de si dio
Inerte sombra de desolación