Dicen que Abril es el mes más cruel y este año ha sido el más ávido de sangre y despreciativo de nuestra debilidad. De nada sirve la tinta contra lo que no deja huella; sin embargo, quizá la más alta función de la cultura es recordar quienes somos para vestirnos de una sobria dignidad contra el dolor de lo que no perdona.
Personalmente, no ha sido mal año lector. Las circunstancias especiales de soledad y rabia lo han hecho más factible, más deseable y un mejor consuelo. Ruego que el año que llega no añada circunstancias especiales a su cosecha. La vida exige un cuidadoso balance entre lo que se realiza y lo que se piensa.
Enero,
Bizancio, de Judith Herrin. Ha sido un enigma voluntario, un lugar de orden, pasión y boato denigrado por la propaganda de sus enemigos naturales y los que competían con él por la primacía del mundo antiguo y cristiano luego. El estupendo trabajo de Herrin enfoca temas que desgrana con agudeza y ritmo. De su mano, viajamos en un fastuoso carro de siglos sobre el mar de una verdad que quiz an resplandezca en las aguas que llevan a Oriente. Para leer cuando el sol despierta.
Bizancio-Constantinopla-Estambul constituye uno de los parajes naturales más extraordinarios. Como Nueva York, Sidney y Hong Kong, es una gran metrópolis con un puerto de aguas profundas que lleva el mar al corazón de la ciudad. La proximidad del agua, el juego de la luz del sol en las olas y las vistas en dirección al horizonte crean una luz de una cualidad muy especial. Lo que atrajo a Constantino cuando buscaba una nueva capital para el Imperio romano a comienzos del siglo iv de nuestra era fue una situación desde la que podía controlar las rutas marítimas y terrestres entre Asia y Europa. Encontró un lugar adecuado con un puerto resguardado en el Cuerno de Oro, que podía cerrarse con una cadena para impedir la entrada de barcos enemigos y proteger a los propios de las peligrosas corrientes del Bósforo. Se creía que el faro conocido como la Torre de la Doncella marcaba el lugar donde, según cuenta el mito de Leandro de Grecia, este se lanzó a nado hacia su amada Hero (una confusión entre el Bósforo y los Dardanelos). Hoy sirve de guía a los petroleros rusos.
Febrero
La gran gripe (John M. Barry)/El mapa fantasma (Steven Johnson). Los temas del tiempo atraen otros similares. Quizá sea el impulso humano de buscar un orden, un patrón que, desentrañado, lograría evitar el dolor. Estos dos libros tienen en común dos cosas. Explican la parte de orden y la de desorden que conforman la vida y la historia en un intrincado bucle y el heroico esfuerzo y el invisible grito de tantos, que nos han hecho mejores. Además, ambos son estupendos. Para leer poco después de despertar y recordar lo poco que somos y lo que podemos llegar a ser, por los otros.
La búsqueda de agua potable se remonta a los orígenes de la civilización. (La) mayoría de la población del mundo actual desciende de aquellos primeros bebedores de cerveza, y hemos heredado en gran medida su tolerancia genética al alcohol. (Bebían) los residuos liberados por las levaduras con el fin de poder beber sus propios residuos sin riesgo a morir masivamente. (La) epidemiología como ciencia estaba todavía en pañales (en 1854), y aún no se habían establecido muchos de sus principios básicos. (John) Snow moriría sin haber logrado dar con aquel agente del cólera en cuya identificación había invertido tantos años de su vida». Filippo Pacini publicó ese año «la primera observación de Vibrio cholarae.
En 1918, la Gran Guerra llevó a Paul Lewis a la Marina, en calidad de capitán de corbeta, pero él nunca se sintió a gusto dentro de aquel uniforme. No le ajustaba bien, no se le acomodaba, y normalmente se aturullaba y no respondía adecuadamente cuando los marineros lo saludaban.
A pesar de todo, Paul Lewis tenía alma de guerrero e iba en busca de la muerte.
Cuando la encontró y se enfrentó a ella, la desafió y trató de clavarle un alfiler como habría hecho un lepidopterólogo con una mariposa, para así diseccionarla, trocearla, analizarla y encontrar la manera de confundirla. Lo hizo tantas veces que arriesgarse se convirtió en rutina.
Aun así, la muerte no se le había presentado nunca como lo hizo a mediados de septiembre de 1918. Presenció filas y filas de hombres tendidos en una sala de hospital, muchos de ellos ensangrentados, que morían de una forma nueva y horrorosa.
Marzo
Fahrenheit 451, Ray Bradbury. Es este un clásico que me avergüenza no haber leído antes. Lo compensa el inmenso disfrute de su descubrimiento. Una reflexión sobre el asombroso poder de la cultura, una narración sobre el oido y su reverso el miedo y una elegía a un mundo que olvida todo por el próximo, ínfimo destello. Una épica de la rebelión más ardua, la que necesita el coraje de atreverse contra uno mismo, sostenida por una historia bien construida y bien contada. Para leer antes de la hora del almuerzo y recordar su afilada, y acertada,creo, reflexión sobre el mal y el peligro de los espejos, hoy ubicuos.
…después de todo, cuando tuviésemos todos los libros que necesitásemos, aún insistiríamos en encontrar el precipicio más alto para lanzarnos al vacío. Pero necesitamos un respirador. Necesitamos conocimientos. Y tal vez dentro de un millar de años, podríamos encontrar barrancos más pequeños desde los que saltar. Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. Son la guardia pretoriana de César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: «Recuerda, César, eres mortal.
Abril
Una Odisea, Daniel Mendelshon. Este escritor es una debilidad personal. Consigue combinar enseñanzas lejanas en textos antiguos (de la sabiduría judía o de la clásica, los pilares de la nuestra, si es que existe) con reflexiones personales y cotidianas. Ilumina los temas que trata con una luz serena y una perspectiva personal y despojada de afectaciones histriónicas. Para leer cuando cae la tarde con una luz desusada, ocurre a veces.
Un hombre llegará muy lejos navegando y ganará tesoros, pero los perderá antes de volver. Su hijo mientras tanto crecerá sin él y tendrá que buscar otros modelos que ocupen el lugar del padre ausente. El silencio entre ellos se superará sólo cuando empiecen a hablar de Homero, en el doble relato de la educación de un hijo.
Mayo
Job, Joseph Roth. No hay muchos escritores dotados con el absoluto don de narrar. Por extraño que parezca, así lo creo. En estos tiempos se siente más, dado que todos parecemos impresionar o cautivar más que gustar. Supongo que impresionar es ganar, someter al gusto es perder. Y vivimos una era deportiva y búsqueda de registros. Joseph Roth conmueve hasta el fondo del alma con la historia de una vida cualquiera, azotada y bendecvida por los mismos azares displicentes que nos gobiernan a todos...pero cada uno es alguien distinto, el punto nico e irrepetible donde todas las experiencias del mundo y sus ausencias se vierten en un único caliz. Es una novela ardiente sobre la fe y la desdicha, el silencio de Dios y la luz que se escapa. Para leer un mediodía de claridad. Dios bendiga a Mendel Singer.
Y ante los pálidos reflejos de la Casa Blanca se quedaba pegado como una pobre mancha gris. Mendel ya era demasiado viejo para contemplar esto y aquello con los ojos abiertos. Creía lo que le decían sus hijos de que América era la tierra de Dios, Nueva York la ciudad de los milagros y el inglés la lengua más hermosa. Los americanos eran gente sana. Las americanas, bonitas. El deporte, importante. El tiempo, valioso. La pobreza, un vicio. La riqueza, un mérito. La virtud, la mitad del éxito. La fe en uno mismo, un éxito completo. El baile, higiénico. Patinar sobre ruedas, una obligación. La beneficiencia, una inversión de capital. El anarquismo, un delito. Los huelguistas, enemigos de la humanidad. Los agitadores, aliados del demonio. Las máquinas modernas, una bendición del cielo. Edison, el genio más grande. Pronto los hombres volarán como pájaros, nadarán como peces, verán el futuro como los profestas, vivirán en una paz eterna, y en perfecta armonía construirán rascacielos que llegarán hasta las estrellas.
Junio
El corazon de Inglaterra, de Jonathan Coe, autor que desconocía y me ha convencido. Presentada como la novela del Brexit, presenta seriamente personajes inmersos en dudas y las decisiones que esas dudas motivan, socavando generalmente lo que aman, como solemos hacer. Para leer antes de ver las noticias.
Benjamin apagó la radio sin dar explicaciones. Durante un rato siguieron en silencio.
—Ella no soportaba a los políticos —dijo Colin, haciendo emerger de pronto algún tren subterráneo de su pensamiento y sin necesidad de especificar a quién se refería con lo de “ella”. Habló en voz baja, impregnada de remordimientos y emoción contenida- Opinaba que eran todos unos impresentables. Todos unos corruptos, del primero al último. Que amañaban sus gastos, no declaraban los intereses que cobraban, mantenían media docena de trabajos incompatibles... Benjamin asintió, recordando que de hecho era el propio Colin y no su fallecida esposa quien estaba obsesionado con la venalidad de los políticos.
Julio
El viejo y el mar, Hemingway. Otro clásico tardío y que he disfrutado mucho. El famoso estilo de Hemingway, que me dejó frío en otras novelas, resalta en esta parábola simple que presta emoción a la aventura de un derrotado que nunca se rendiría. Una canción de amor al olvido que prodigaremos y, al final, seremos también. Para leer de buena mañana, en un rato de paz y buen humor.
Entonces empezó a sentir lástima por el gran pez que había enganchado. «Es maravilloso y extraño, y quién sabe qué edad tendrá —pensó—. Jamás he cogido un pez tan fuerte, ni que se portara de un modo tan extraño. Puede que sea demasiado prudente para subir a la superficie. Brincando y precipitándose locamente pudiera acabar conmigo. Pero es posible que haya sido enganchado ya muchas veces y que sepa que ésta es la manera de pelear. No puede saber que no hay más que un hombre contra él, ni que este hombre es un anciano.
Agosto
Diez negritos/Ya no quedó ninguno, de la maravillosa Agatha Christie. Polémicas aparte acerca de su título, refleja las asombrosas virtudes de esta autora:la vivacidad de su prosa, su fuerza narrativa y la capacidad de decir lo máximo con lo mínimo, respetando y hechizando al lector. Para leer en la cama poco antes de dormir.
"Hasta el fiscal le había cumplimentado por su presencia de ánimo y serenidad. En suma, el juicio le fue favorable del todo. La misma señora Hamilton, le había testimoniado su gran bondad; solamente Hugo...Pero ella no quería pensar en Hugo. De súbito, a pesar del calor sofocante del departamento, se estremeció y deseó no ir ahora hacia el mar. Un cuadro se dibujaba con toda claridad en su mente. Veía la cabeza de Cyril subir y bajar de la superficie del agua nadando hacia la roca. La cabeza subía y bajaba..., aparecía y se sumergía..., y ella misma, Vera, nadando vigorosamente en su auxilio, pero sabiendo demasiado bien que no llegaría a tiempo... El mar..., sus aguas profundas, calientes y azuladas..., las mañanas pasadas tendidos sobre la arena...y Hugo..., Hugo...que le había dicho que la amaba."
Septiembre
A propósito de nada, Woody Allen. Una autobiografía artística quizá resulte innecesaria y una personal, demasiado sordida y ávida de justificaciones, reproches y coartadas. Bien, el talento de Allen desbarata todas las dudas. Es un gran escritor y sabe contar, donde centrarse y donde pasar rápido, combinando referencias cultas con humor básico y jovialidad, si puede ser jovial un octogenario obsesionado con ser inmortal y poder seguir pagando la renta y la luz hasta que el ángel nos despierte a todos. Las escabrosas páginas relacionadas con su relación con Mia Farrow y sus pleitos no me resulta agradable ni me ayuda a conocerle...pero deseo que tenga razón, admito. Para leer en una sobremesa agradable, pensando en que uno podría tener una enfermedad incurable en ese mismo momento y sin embargo, posiblemente es solo una digestión pesada.
“Yo era un holgazán que no encontraba nada divertido en abrir un libro ¿Y por qué iba a hacerlo? Las radios y el cine eran mucho más excitantes”, escribe este hombre que asegura haber despreciado siempre la realidad mientras anhelaba la magia, que practicaba de pequeño. Polifacético personaje que escribió chistes para periódicos antes de convertirse en guionista, cómico y director de culto. “Si bien algunas (de mis películas) son entretenidas, ninguna de mis ideas bastaría para establecer una nueva religión. [...] Siempre buscando esa combinación que me haga sonar mejor, sigo apestando. Soy como un jugador de tenis de fin de semana que se enfrenta a Federer y Nadal. Lamento decirlo, pero no tengo lo que se requiere: oído, tono, ritmo, sentimiento. Y, sin embargo, he tocado en público en clubes y salas de concierto, en teatros de ópera de toda Europa, en auditorios repletos en Estados Unidos. Y todo porque puedo sacar partido de mi carrera en el cine”.
Octubre
La invención de Jesús de Nazaret, de Fernando Bermejo. Parece ser indiscutible que hubo alguien en el Israel del siglo primero que desafió a Roma y propuso una nueva interpretación de la Ley Mosaica. Todo lo demás, son amagos de hechos y reinterpretaciones que han conducido al personaje quizá más relevante de la Historia humana. El autor muestra una erudición majestuosa e impresionante y un claro análisis de juicio para ayudar a esclarecer hechos, mitos y revelaciones posteriores en la construcción de la figura del Salvador. Respetuoso y firme, vislumbra el dictamen de Nietzsche: conocer el origen histórico de una gran idea siempre resulta en una impresión de herejía. Para leer cuando la mente necesita su piedra de afilar.
En tiempos del emperador Tiberio, un judío que predicaba la llegada del reino de Dios fue crucificado en Jerusalén por orden del prefecto romano Poncio Pilato. Este fue el inicio de un proceso que acabaría presentando a Jesús como un ser divino. Que esta glorificación prosiga hasta hoy exige del pensamiento crítico un exhaustivo ejercicio de examen y estudio. ¿Cabe distinguir la realidad del relato heredado? ¿Tienen algo en común el Cristo de la tradición y el Jesús que la investigación histórica desvela? ¿Cómo se explica la divinización del personaje en la cuenca mediterránea del siglo I? ¿Es posible hallar un sentido a la proliferación de obras sobre el «Jesús histórico»?
Noviembre
Jugarse la piel, de Nassim N. Taleb. Taleb me resulta interesante pero a veces excesivo. Su inteligencia y sentido crítico están fuera de duda, pero en ocasiones debe aplicarlo en cierta medida a su propio método, diría. Su ampliación del campo de batalla resulta tan extensa que el filo de su sable se mella. Sin embargo, su idea me parece buena. Simplificándola, podríamos decir que hay una asimetría que conduce muchas veces al desastre porque quien toma decisiones y sostiene opiniones no debe pechar con ninguna responsabilidad si éstas fracasan,a la vez, otros sufrirán las amargas consecuencias. Creo que es una advertencia muy pertinente hoy y deberíamos profundizar en ella. Para leer cuando comienza a oscurecerse el cielo.
Solo puede haber evolución si hay riesgo de extinción. Si no nos jugamos la piel no hay evolución (…) Nunca convencerás del todo a alguien de que está equivocado; solo la realidad podrá hacerlo. Pero a la realidad no le importan los argumentos ganadores: lo que importa es la supervivencia. La maldición de la modernidad es que cada vez estamos más colonizados por una clase de personas cuya capacidad para explicar las cosas supera a su capacidad de comprensión.
Diciembre
El buen soldado, Ford Madox Ford. Es una novela delicadamente atroz sobre la tragedia más grande. La falta absoluta de pena para afrontarla, el embotamiento moral y emocional al que conducen las guerras y las crisis. Conviene no olvidarlo. En un marco frívolo y luminoso, Ford cuenta sobre vidas que se pierden irremediablemente en un marasmo sin piedad ni gozo, la angustia de unos personajes que desean gritar y han olvidado como hacerlo. Hermano de la lucidez sin alivio de El gran Gatsby, para leer cuando cuesta dormir y hay que preguntarse que hacer para conseguir la vida.
Esta es la historia más triste que jamás he oído. Habíamos tratado a los Ashburnham durante nueve temporadas en la ciudad de Nauheim con gran intimidad... O, más bien, habíamos mantenido con ellos unas relaciones tan flexibles y tan cómodas y sin embargo tan íntimas como las de un guante de buena calidad con la mano que protege.
No querría terminar sin citar la fabulosa reinvención del mito de Don Quijote por Salman Rushdie, como el caballero español preguntándose donde están la realidad y el amor, viajando en torno a una superpotencia desquiciada y frágil, los relatos afilados e inventivos de Ted Chiang en Exhalación o la finura divulgativa de Alfredo García en La Energía nuclear salvará el mundo.
Sigamos leyendo, para vivir más vidas, y sigamos viviendo, para abrir más puertas. Salud y coraje para todos, y buenas lecturas por venir, también.