viernes, 24 de septiembre de 2010

De los peligros de la alegría, el peso de los recuerdos y los Mundiales de baloncesto


Dime, Legolas -continuó-, ¿cómo me he incorporado a esta misión? ¡Yo ni siquiera sabía dónde estaba el peligro mayor! Elrond decía la verdad cuando anunciaba que no podíamos prever lo que encontraríamos en el camino. El peligro que yo temía era el tormento en la oscuridad y eso no me retuvo. Pero si hubiese conocido el peligro de la luz y de la alegría, no hubiese venido. Mi peor herida la he recibido en esta separación, aunque cayera hoy mismo en manos del Señor Oscuro. ¡Ay de Gimli hijo de Glóin!

-¡No! -dijo Legolas- ¡Ay de todos nosotros! Y de todos aquellos que recorran el mundo en los días próximos. Pues tal es el orden de las cosas: encontrar y perder, como le parece a aquel que navega siguiendo el curso de las aguas. Pero te considero una criatura feliz, Gimli hijo de Glóin, pues tú mismo has decidido sufrir esa pérdida, ya que hubieras podido elegir de otro modo. Pero no has olvidado a tus compañeros, y como última recompensa el recuerdo de Lothlórien no se te borrará del corazón y será siempre claro y sin mancha y nunca empalidecerá ni se echará a perder.
-Quizá -dijo Gimli- y gracias por tus palabras. Palabras verdaderas sin duda, pero esos consuelos no me reconfortan. Lo que el corazón desea no son recuerdos.

J.R.R.Tolkien, La Comunidad del Anillo

El año 2006 la selección española de baloncesto se convertía en campeona mundial de baloncesto. Una actuación fabulosa impulsó a un gran equipo hacia un lugar que parecía reservado desde siempre a selecciones "de siempre": EE.UU, URSS, Yugoslavia y legatarios de su tradición, básicamente. Fue un estallido, una fulguración. Fue la leche. Poder ver esa categoría, esa competitividad, esa fluidez, esa suficiencia sin nuestro mejor jugador disponible. Nos instalamos en lo más alto de un podio con una rotundidad incuestionable, y el segundo después, cuando uno se pregunta, ¿y ahora qué?, sacamos 2 conclusiones: era un equipazo, y seguiría ganando mucho, compitiendo por todo.

Y pese a tan altas expectativas, la selección fui cumpliendo de una manera abrumadora, llegando a todas las finales siguientes, 2 europeos y unos JJOO. Pero en el último Mundial, a falta de 3 segundos, una decisión muy discutible de un jugador contrario salió muy bien (para su equipo), y las voces que se oían cuando el equipo había perdido otros partidos y no jugaba muy bien, subieron de intensidad. En parte era razonable, no se hizo un buen campeonato. En parte era irracional, una exigencia de excelencia en el juego desmesurada. Esos recuerdos de gloria, con los que comparábamos a la selección no con otros equipos sino con un recuerdo idealizado del mismo equipo llegaron a ser (creo) un lastre, una comparación que no era es fácil de sobrellevar y sobre todo, era imposible e injusta.

Si el triple de Teodosic no hubiera entrado, los méritos y fallos hubieran sido prácticamente iguales, y los amantes del baloncesto hubiéramos permanecido en la fulguración inconsciente y placentera del éxito, que oculta cualquier defecto, así como el fracaso deforma groseramente los méritos. Y la rabia, las maldades y los susurros maledicentes que se insinuaron no hubieran sido pronunciados o escritos...hasta la gran derrota siguiente, que esperaría otro recodo del camino para aparecerse y cambiar la percepción de las cosas. Al fin y al cabo, la crítica moderada parece ser en España el breve lapso de tiempo y espacio en el que las opiniones viajan desde el endiosamiento vociferante hasta la saña con la que se vitupera a los caídos (una vez que ya han caído, nunca antes). En fin, supongo que las generalizaciones son injustas, y a saber como son en otros lados.

Pero lo cierto es que también ocurre en nosotros y nuestras luchas diarias, buscando triunfos que nos hagan sentir reyes y huyendo de fracasos que nos vuelvan gusanos que no valen nada (que grandilocuente ajajajajja). También nosotros tenemos momentos de gloria que saboreamos y queremos volver a repetir. Pero si no somos conscientes de la separación, la pérdida y la sombra, que no siempre es tan terrible, en ocasiones un paseo por otra realidad que entraña más vida que el Olimpo perpetuo (en el que viven tantos idiotas, según se puede ver en la tele :DD). Simplemente, hay momentos de luz, a veces cegadora, y de oscuridad, a veces siniestra. Los peligros de la oscuridad aprendemos a temerlos pronto. Los de la luz, a veces pueden golpearnos de pronto sin estar preparados para ello, y con mayor castigo en sus designios que el Señor oscuro, como bien supo Gimli.

Porque las alegrías y los triunfos también encierran peligros yacentes, y la vuelta de la fulguración a las luces pálidas puede conllevar un sufrimiento y un desamparo mayor a quienes la han contemplado, como un guerrero que de pronto se viese privado de su armadura se sentiría más indefenso de aquel que siempre tuvo que combatir sin ella. Porque al final, la alegría y la felicidad son respuestas a preguntas que nadie sabe.

Pese a todo y por eso mismo, gracias, campeones. Por el esfuerzo, por la pasión, por el intento de prolongar una serie (inconcebible hace poco tiempo) de triunfos y juego. Porque os levanteís pronto. Porque sepaís que también nosotros sabíamos que algún día esto llegaria. Y no ha sido tan grave.