Walter Benjamin
Supongo que la imagen puede con todo, pero no está de más nunca detenerse en las palabras: Avión. Rascacielos. Dos pináculos del ingenio y el avance humano que conquistaron el cielo, el ámbito superior a nosotros y acabaron con el miedo y la superstición, etcétera, reconocibles en una civilización satisfecha de sí misma que se retuercen en un coletazo violento contra sí misma. La agonía del escorpión. El cáncer de Occidente. Sólo que no era una rebelión de las máquinas. Era el rugido de Dios, y aquí entiendo por Dios los que hablan en nombre de Dios. Era, simple y llanamente, esa llanura iluminada por la tormenta en la que se encuentran como huracanes opuestos el rugido y el silencio de Dios. Sería más ajustado hablar del silencio de Dios y los rugidos de sus múltiples portavoces.
Hace unas semanas, la Iglesia Católica convocaba en Madrid unas jornadas para lanzar otro grito, de otra manera, claro, y de júbilo. Pero quizá toda religión sea un escándalo. La cicatriz que no se cura, el dolor que no cesa, la angustia...y una promesa de unir todas las fallas y conseguir la unidad de cada enemigo que lucha en nosotros. La anulación del tiempo. La petición de que aceptemos lo imposible y en virtud de esa aceptación sin límites, llegue a ser posible. El dolor y un lenitivo inmortal que algún día se nos otorgará, pero que mientras tanto, es sal y sabor amargo. No sé la verdad acerca de la divinidad y sus diversas emanaciones, pero sé que es el tema actual, siempre lo ha sido. Y mientras se busca, se desea, se odia, se implora o se da la espalda a ese Dios que parece guardar un silencio atroz o compasivo, las heridas siguen doliendo. Y el ángel de la historia no puede salvar a nadie.Quedan los vivos, que lloran y recuerdan, pero que saben que nadie es imprescindible. Y los últimos segundos de sus saltos y sus asfixias, deseamos que encontraran luz, o paz, o cualquier cosa que les salvara del horror absurdo en el que les sumía la teología del rencor usando la tecnología que ha arrinconado a Dios en nombre del progreso. Y sin embrago, todo es por ellos y para ellos. Y sin embargo, nada podemos decir, hacer o rezar que sirva para nada. En palabras de Wisława Szymborska, Solo dos cosas puedo hacer por ellos:/ describir ese vuelo/y no decir la última palabra.
Y esa última palabra, nunca dicha y que nunca se dirá, hace el silencio vacío e infinito.
Aquel 11 de Septiembre el terrorismo hizo historia.
ResponderEliminarfeliz fin de semana.
He venido con mucha curiosidad, ¿una entrada sobre Dios? Bueno, la entradilla es demoledora, como si alguien me dice que las agujas del reloj van para atrás.
ResponderEliminarY luego están esos rugidos, ese querrer creer en cosas imposibles (no lo había pensado así, cojonudo...), y el dolor. ¿Dios sirve para dar consuelo? Me temo que sí, o eso parece decir tu entrada.
"Y los últimos segundos de sus saltos y sus asfixias, deseamos que encontraran luz, o paz, o cualquier cosa que les salvara del horror absurdo en el que les sumía la teología del rencor usando la tecnología que ha arrinconado a Dios en nombre del progreso.". Terrible juego de palabras. Hubo mucha gente en Madrid, pero en las iglesias de mi barrio solo hay señoras muy mayores. Y dijo señoras, porque los señores muy mayores ya no están. Será así, el progreso barre el Supremo.
Saludos.
Muy buena entrada. El silencio de Dios, y los gritos de quienes matan nombrándolo y de los que lloran los muertos.
ResponderEliminarSaludos.
Alguien lloraba en el cielo ese 11 del 9. Y también el 11 del 3.
ResponderEliminarHermanos matandose entre ellos, lo he leido antes.
See ya.
Curiosamente, en nombre de Dios siempre se han hecho las más grandes cosas. Las catedrales, las mezquitas y también los asesinatos.
ResponderEliminarA veces, cuando el hombre se erige en portavoz de Dios, la cosa se le va de las manos.
Saludos, Explorador.
Es 11 de septiembre y estoy más deprimido y afectado de lo que creía. Visto con el tiempo se me hace como recordar un día de pérdida de ilusiones y desencanto.
ResponderEliminarAquellas torres eran para mí un símbolo emblemático del placer, el capitalismo, la belleza, la búsqueda de los sueños, la fe en un mundo que todavía creía en héroes, eran el rostro de toda aquella ilusión, aquel sistema de vida y cultura de mi generación mediática, y me doy cuenta que su desaparición va de la mano con mi desencanto por la vida o mi transformación en un ser humano más cínico y descreído.
Siento haber perdido mi comfort zone. Yo, y creo que muchos de mi generación, necesitábamos que esas torres hubiesen sido reconstruídas exáctamente igual a como eran para reafirmar nuestra identidad.
Genial entrada. Poco más que añadir. Siento tener que estar tan de acuerdo!
ResponderEliminarEn nombre de Dios se evangeliza y victorea.
ResponderEliminarEn mombre de la tecnología se evangeliza y victorea.
Veces hay en que Dios y tecnología caminan en armoniosa amistad; en otras, se sacuden latigazos... y lo humildes seguidores -de uno y otra- sufren la eclosión de la discordia.
Estar siempre "explorando" el horizonte y atentos a lo que se avecina.
Saludos.
DEMIAN
Demoledor. Me encantan tus reflexiones para animar mi "reincorporación" al mundo. Al virtual y al laboral. Un abrazo
ResponderEliminarLuisa Tomás
De sólo volverlo a recordar un escalofrío recorre mi cuerpo, nunca entenderé como el ser humano puede llegar a hacer este tipo de cosas...
ResponderEliminarBesines
He aprendido que en la aceptación de lo imposible está la consecución de una cierta paz y armonía. Pero también he aprendido que la escalada atroz a la que nos ha llevado la tecnología ha dejado de lado parte de lo humano y trascendente de nuestra esencia.No debería estar reñido el progreso con tecnológico con el progreso del alma y estados del espíritu. Pero a veces la arrogancia nos hace tambalear nuestro "progreso".Muy buena entrada Explorador. Reflexión para rata, para dar y regalar. Me ha gustado. Gracias. Tanci
ResponderEliminarAquello debió de ser un horror....probablemnte Dios rugió de indignación por el mal!!! Suspongo, no sé....es que no puedo entender a los que hacen daño...se me escapa. Un beso
ResponderEliminarLo de las Torres fue posiblemente uno de los más grandes crímenes de la Historia. No sólo por lo que se cree saber, quiénes fueron los autores; sino por lo que la propia Administración Bush esconde y que cada vez hay mayores pruebas de un horror inimaginable en aquella acción tan funesta.
ResponderEliminarLo de las JMJ en Madrid... En fin, qué decir. Mucho se ha hablado del comportamiento ejemplar de los peregrinos, y ensañado con los manifestantes como violentos, cuando hay la misma cantidad de pruebas de violencia y malas actitudes desde ambas facciones. Horrendo lo ocurrido esos días...