En una palabra, La montaña mágica es una variante del templo iniciático, sede de una peligrosa investigación que persigue el misterio de la vida. El Grial que, a pesar de no encontrarlo, intuye en el sueño provocado por la cercanía de la muerte, antes de que se vea arrastrado, desde sus alturas, hasta la catástrofe europea, es la idea del hombre, la concepción de una humanidad futura que haya atravesado el conocimiento más profundo, la enfermedad y la muerte. Porque el hombre mismo es un secreto, y toda humanidad descansa en el respeto al secreto del hombre.
Thomas Mann, "Introducción a la Montaña Mágica"
Empecemos por una crítica literaria (ese grato ejercicio donde cualquier juntaletras como el que os escribe puede codearse con genios e incluso enmendarles la plana) al vuelo: Thomas Mann, alguien con pinta de pedante prepotente e insoportable, te aniquila. Destroza, desmonta y se ríe de cualquier aspiración artística que quieras tener en cada frase, cada digresión, cada cosa que cuenta. No es posible escribir así. Y "La montaña mágica" es el crudo invierno de la realidad, eso es una novela como es debido, eso es elegir la palabra justa, eso es crear. Después de gozarla, te cae el ladrillo de la realidad encima. Y si no tienes cuidado te puede caer la novela de la estantería, y también te dolería bastante. Mil páginas, casi. De una historia sencilla, en apariencia. De la vida y lo que la forma. Y de dónde está la verdadera. En fin. Qué importancia tiene que niegue tus capacidades como escritor, si te regala inagotablemente como lector.
Claro, también podría empezar más modestamente narrando una oficina de ayer cualquiera, pasillos amplios, ventanales y luz natural, compañía amable y un intento de buscar un futuro, buena educación y sueños...y de cómo todo eso no basta.
Hans Castorp, un modesto burgués de esperanzas simples y banales, como nos hemos convertido todos(generalización) en esta sociedad occidental, la más acomodada y privilegiada que nunca haya existido, acude de visita al santorio donde su primo trata de recuperarse de la, temible entonces, enfermedad de la tuberculosis. Y allí pasará su juventud, en una imitación de la vida no exenta de placeres y comodidades, pero que nos parece un sucedáneo. Y a veces es feliz, diríamos. Los personajes son símbolos de una sociedad concreta (que son nuestras raíces) pero el talento del novelista les otorga un presencia vital indiscutible. Creemos conocerlos, tumbados en sus curas de reposo, en su rechazo de la muerte, esa fiera que los acecha entre las cumbres nevadas, en sus diversiones groseras. En sus imperfecciones. En su creencia conmovedora de que pueden escapar.
Y si resultara que soy un personaje de novela que muere en el momento en el que duerme quien contará mi historia, cambiaría las chaise longue por oficinas agradables, repletas de comodidades donde los empleados aparcan su vida durante unas horas buscando beneficio y calor, escapando de la pandemia actual de la falta de trabajo y sus subproductos abyectos. "Y entre los cristales que reflejaban la luz neblinosa de la mañana sobre la oficina, un nuevo día iba trayendo otra ilusión sobre sus cabezas, inclinadas hacia las pantallas brillantes..." (ya os lo dije, yo no doy para más)
Se ha descrito la peripecia del sanatorio de Davos como "una épica de la enfermedad". Suena sugestivo. En principio, teorizar sobre la enfermedad es fácil; somos átomos inestables unidos durante el breve periodo de tiempo que nuestro material genético nos necesita para perpetuarse, por ejemplo. Que hay algún bacilo o algún virus durmiendo y que algún día despertará, para nuestra desgracia, también. Pero una teoría se construye en medio segundo. Construir una catedral de palabras para grabar a fuego en el corazón del lector que para vivir hay dos caminos: uno es el común, el directo y correcto. El otro es tremendo, conduce a través de la muerte y es el camino genial, y hacerlo a través de la noción de un tiempo alterado que se escapa entre miedos innombrables y alegrías fugaces que se resisten a dejarse atrapar, apendizaje, amor, desastres, enfermedad,enfermedad que aligera los días, aleja del mundo, crea una ilusión de vida en la que existe simple supervivencia, es propio de un maestro indiscutible. Respecto a la tesis que expresa...bueno, siempre he huido de esa idea general de que el dolor enseña nada. Diría que oculta y llena de amargura, en cambio. Pero si se trata de que el riesgo fortalece...bueno, es una idea peligrosa...pero quizá resulta incluso necesaria recordarla. Estamos dormidos, joder.
Quizá en el mundo en que vivimos (tan bien) existan otras fuentes de nervio moral y vital que ayuden a sentir más vitalidad cada día. Personalmente, mientras caminaba medio dormido por un pasillo de una estación de autobús extranjera entre bolsas y miradas perdidas y somnolientas como la mía, quizá sentir una punzada que no sabría definir, quizá que necesito otro camino de vida, uno que no excluya el riesgo ni la esencia, que no sea como una cerveza sin alcohol, un café sin cafeína o una política que se convierte en administración de los restos del naufragio. Hans Castorp viajó a Davos y entregó sus posibilidades a una realidad que lo adormeció y lo encantó en un sueño amable pero amargo. Puede que nosotros, habitantes de las llanuras que Naphta consideraba que sólo reclamaban para sí la expansión ilimitada del ego y en justa retribución hallarían el terror, recibamos noticias de aquellos que viajan a Davos para negociar millones, y millones de vidas ajenas. Y la verdadera vida está ausente. Yo era escéptico con la pasión y el entusiasmo. Pensaba que se trataba de poses chillonas que no correspondían con lo que pensaba acerca de las cosas. Con los años, uno cree que el pesimismo intelectual combinado con el entusiasmo y la pasión por la vida son una mezcla posible y deseable. Pero no sé como eliminar la red, y me da miedo caer. Y aunque quisiera, quizá no me la quitarían, y apelarían a mi propio bien. Pero desvarío...y eso, en esta entrada, resulta imperdonable.
Quizá hay otras mañanas en las oficinas. Hay muchísimos pacientes que vencen sus enfermedades, y no acaban desembocando de vuelta a la vida, a su parte más atroz. Y quizá las búsquedas encuentran (aunque sean cosas diferentes de las que estabas buscando, como pasa en mi habitación...). En el desastre en el que acabó cayendo Hans Castorp, en el desastre en el que ahora nos vemos inmersos, puede haber palabras antiguas que resuenen con un eco de verdad y ayuda.
Que hacía esta tarde, en un banco de una estación sombría oyendo el viento cuando las puertas automáticas se abrían y mirando la lluvia caer, pensando en estas cosas , es algo que no alcanzo tampoco a comprender, pero no me disgusta. Banales o con algún punto de interés, al menos he logrado juntar algo de tiempo para escribir unos apuntes y saludaros de nuevo, y agradeceros vuestra presencia en mi desordenada casa (como mi habitación, de nuevo). Más luz. Más nervio. Más amor. Más vida. Qué difícil es. ¡A degüello!
¡Adiós, Hans Castorp, hijo mimado de la vida! Tu historia ha terminado. Hemos acabado de contarla. No ha sido breve ni larga; es una historia hermética. La hemos narrado por ella misma, no por amor a ti, pues tú eras sencillo. Pero en definitiva es tu historia. Puesto que la has vivido, debes sin duda tener la materia necesaria, y no renegamos de la simpatía pedagógica que durante esta historia hemos sentido hacia ti y que podía llevarnos a tomar delicadamente, con la punta del dedo, un ángulo de nuestros ojos, al pensar que ya jamás te volveremos a oír ni a ver.
¡Adiós! ¡Vas a vivir o a caer! Tienes pocas perspectivas; esa danza terrible a la que te has visto arrastrado durará todavía unos cortos años criminales, y no queremos apostar muy alto que puedas escapar. Francamente, nos tiene sin cuidado dejar esta cuestión sin contestar. Las aventuras de la carne y el espíritu, que han elevado tu simplicidad, te han permitido vencer con el espíritu lo que no podrás sobrevivir con la carne. Hubo instantes en que surgió en ti un sueño de amor lleno de presentimientos —sueño que «gobernabas»—, fruto de la muerte y la lujuria del cuerpo. De esta fiesta mundial de la muerte, de este temible ardor febril que incendia el cielo lluvioso del crepúsculo, ¿se elevará algún día el amor?
La negrita es mía. Quería poner mi sello en la historia de la novela universal xD
Tengo la Montaña Mágica en mi mesilla desde hace meses y nunca me atrevo a violarla con mis manos y mis ojos. Quizá después de leerte haga un penúltimo intento. Saludos Explorador, siempre un placer visitarte.
ResponderEliminarUn placer que te pases por aquí ;)
EliminarBueno, a veces con tantos elogios, luego las cosas te decepcionan...no es fácil meterse en este libro, pero si lo haces...es pura magia.
Un saludo :)
Una de las muchas, pendientes. Leyendo esta crítica tuya en la que como todos te codeas con los genios durante unas líneas, me hago una pregunta que todos nos hemos hecho, supongo. ¿Por qué leer el autor de moda si todavía no has transitado por la montaña mágica y otras como ella?
ResponderEliminarEstimulantes las reflexiones que vas dejando entre líneas:"en esta sociedad occidental, la más acomodada y privilegiada que nunca haya existido". Es verdad. O así también lo percibo. Aunque está cambinado y rápido, durante años será verdad.
Pero, ¿el amor de verdad que nos va a salvar? ¿No será otro truco?
Un abrazo.
Sí, yo creo que vivimos de puta madre ;P Y sí, te la aconsejo fervientemente ;) No sé si el amor salvará, pero podríamos hacer la prueba, para variar...
EliminarUn abrazo.
Aunque tengo referencias muy buenas de la obra (ahora una más) todavía no la he leído. Pero lo haré.
ResponderEliminarSí, por el contrario, La Montaña del Alma de Gao Xingjian. Cuya lectura recomiendo encarecidamente.
Un abrazo y buen finde.
Espero que lo hagas, yo tengo la montaña del alma en casa, en españa, cuando llegue la cogeré. Gracias, un abrazo, buena semana ;)
EliminarYo diría mejor que el hombre es un misterio,más que un secreto...
ResponderEliminarHe leído la novela que reseñas dos veces: la 1ª vez tenía 19 años y me gustó. La 2ª vez fue hace tres o cuatro años y me siguió gustando, pero, pese a la maestría de Mann (es innegable), no me aportó tanto como otros escritos que leo habitualmente. No está, me temo, entre mis novelas favoritas.
¿Misterio? Me gusta más secreto ;) no sabría explicarlo muy bien, me parece más apta para la búsqueda. Sobre gustos no hay nada escrito. Aunque no sea de tus novelas favoritas, me apostarí basrtante a que no te arrepientes de haberla leído ;)
EliminarNo, claro que no. No creo que vuelvo a leerla ( dos veces son suficientes, de momento), pero no me arrepiento. Eso sí: mis gustos van ahora por otros derroteros.
Eliminar¿Pasión por la vida? Yo creo que con loa años el pesimismo intelectual -o el experiencial- hace la vida menos apasionante, y las cosas son menos intensas: las malas, menos malas; y las buenas, menos buenas. Pero es sólo una opinión ligera.
ResponderEliminarUn placer leerte. A Mann, aún no he tenido el gusto.
Un abrazo
No se trata de la pasión por la novedad...diría que no es una experiencia eufórica, sino vivir la vida sin tantas armaduras. Saborear las situaciones...
EliminarMann es 800000000000000 veces mejor que yo en mi mejor momento, así que no te lo pierdas...pero ten paciencia al principio ;)
Un abrazo.
Joer, qué bueno eres. "La montaña mágica" es una –otra, hay tanto por leer, hacer...– de mis tareas pendientes. Pero me encanta la entrada que has hecho. Es sugerente y firme, trazada con criterio y nervio. Reflexiva. Y me hace pensar: "somos átomos inestables unidos durante el breve periodo de tiempo que nuestro material genético nos necesita para perpetuarse". Efectivamente. O como decía la canción. "Levedad, somos levedad".
ResponderEliminarGracias
Un bs
Sí, me siento lleno de vida, quiero probarme, saber que puedo lograr, que la realidad me ponga en mi sitio pero no yo antes con mis miedos.
EliminarGracias a ti. A veces, la levedad es preferible al peso, dice Kundera.
Besos :)
NO tenía ni idea de esta novela.... me la anotaré en mi lista...
ResponderEliminarHazlo ;) y espero que te guste.
EliminarUn abrazo, gracias por pasar y comentar :)
No sólo son una mezcla posible y deseable el pesimismo intelectual mezclado con la pasión y el entusiasmo por la vida, sino que, además has tenido que pasar por ese pesimismo para abrazar todavía más al entusiasmo para que no se nos escape. De esta manera uno hace que la pasión surja, se potencia y no caiga en el olvido. Siempre buenas reflexiones para un buen texto. Considero de una textura con profundidad. Me gustó explorador. Pero que no se nos escape por mucho tiempo ni la pasión ni el entusismo ni la ilusión.Un abrazo.
ResponderEliminarSí, que no se escapen más ;)
EliminarGracias por pasarte :)
Era yo, con otra cuenta ;P
EliminarYo soy fan de la pasión, por eso, tras leer tu artículo solo puedo exclamar ¡Qué barbaridad!
ResponderEliminarBarbaridad en positivo, of course ;)
ResponderEliminarMuchísimas gracias :)
EliminarSoy de los que aún tenemos pendiente de leer esa obra tan influyente. Me gusta esa incursión que haces en el libro y cómo tu vida intenta mezclarse con él.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias :) y te la recomiendo fervientemente, aunque, ya sabes, a veces tanta insistencia crea expectativas que luego se ven defraudadas. Aún así, me arriesgo ;)
EliminarUn abrazo :)
La crítica puede ser bella, acabas de demostrarlo.
ResponderEliminarLa vida sin apasionamiento sería muy sosica ¿verdad?
www.abajolasopos.wordpress.com
Absolutamente ;) gracias por pasarte, mucho ánimo y un abrazo enormísimo :)
EliminarEl mail de migarga de error ¿alguna otra forma de contactar contigo? :)
ResponderEliminarPuedes escribirme a tarrou@mixmail.com, si quieres :)
EliminarMuchas gracias, y perdona la tardanza, llevo unos días...
Uff, para lo directo que acostumbro a ser, se me haría demasiado denso. Cuestión de carácter, aunque tienes la facilidad de tentar, jajaja.
ResponderEliminarUn saludos.
Sí, es densa, y tienes que hacer un esfuerzo. Aún así, te recomendaría que le dieras una oportunidad ;)
EliminarUn saludo :)
La montaña mágica, todo un mundo por descubrir.Nuestro mundo, en cambio, nada mágico (me temo)con tantas cosas que cambiar, poblado, cada vez más de Castrops o intentos de serlo.
ResponderEliminarSí, es curioso. Es probable que en la época en que se escribió la novela, el personaje de Hans Castorp fuese poco menos que un marciano 0para los lectores. Y hoy, se ha convertido en un paradigma. O quizá exagere un poco. pero algo de eso hay.
Eliminar¡¡Un abrazo!!