jueves, 24 de mayo de 2012

Siste viator

Detente, viajero. Contempla el mar y el muro de piedra, que va cayendo, como cayeron tantos sueños que el tiempo y el rencor sepultaron. Piensa en la magia. Resuelve ser honrado y valiente. Y no ignores el destino de aquellos que se rebelaron contra la agonía de las nubes. Sé uno de ellos. Más allá del breve camino entre precipicios y galernas, una breve cabaña hallarás, que una habitacíon encierra. Y si te atreves a pasar, te mostraré que hallarás cuando cruces la puerta.

La habitación es austera, y apenas filtra el sol. Y cada puerta es una caída de algún abismo anterior, entre ardiente oscuridad y ecos de magia, chirriando para romper la conciencia. Puedes caer sobre una ciudad costera, que alberga un palacio de cristal que impide mirar a las muchedumbres rencorosas, condenadas en sus casuchas de barro, dedicados a la dura tarea de alimentar al señor del palacio, y ninguno de los cuales ha visto el rostro siquiera del más humilde de sus sirvientes. Sus costas marinas, escarpadas y fieras, como un predador acechado. Puedes flotar por encima de tu propia conciencia, ser tu propio angel, amansar tu bestia interior y contemplar el reino que antes de nacer, fijado estaba para ti, y que quizá obtengas. Incluso se mostrará, si deseas, como hubieras sido, si hubieras seguido otra vereda que creíste peor y que quizá...¿qué destino me espera en la dirección que no tomo? que se te mostrará, si lo deseas.

Puedes mirar a la cara de un dios que cuando era poderoso entre las naciones, rompió la soberbia de las olas, su creación inacabada y su rugido que nadie oirá más allá de aquí. Puedes experimentar el vacío del absoluto. Puedes conocer el nombre de las plantas de la selva y de las aves. Sentir que la lanza te atraviesa, y despiertas, la espesura antes del momento postrero, la decadencia del ocaso y la maldad indiferente del cielo estrellado, que no es tuyo, aunque las voces te susurren que fue colocado para alabarte. Pero puedes viajar a ellas. A su vacío sórdido, a su consuelo extraño. A esa luz mentirosa que no refleja una verdad. Pero puedes viajar a ellas.

Entra y contempla la gran corte del sultán y el terror de sus fieras lejanas, con dientes como puñales. Sé el sultán, su favorita, su visir taimado, su habitación repleta de lujos vanos, su muerte que teme, o su placer esquivo y encerrado. Sé el abanderado en la batalla, con el espíritu inflamado de una sensación demente resuelto a no dar ni pedir tregua. Sólo correr hacia el enemigo y encontrarse con sus filos y caer...caer al traspasar otra puerta al azar. Besos de fantasía. Discusiones apremiantes oídas tras la pared, con vergüenza. Miradas de condenados. Lenguas que osan hablar, aunque no hagan nada con sus manos. Conocerás con súbita clarividencia la ciencia y el arte. Enjambres de átomos te poseerán y viajarás hacia la esencia de la realidad. Políticos perspicaces y honestos, prohombres de las patrias, todos escribieron para ti. Augures que leen tu futuro en el filo de un sable, sangrando tus entrañas. Menús que fueron populares en una barriada de París entre casas ruinosas y la revolución flotando. Proyectos de tus viajes se convertiran en realidad, resumidos en un verso. "Yo viajé en el Transiberiano, y fui acunado por la mano leve de la nieve plácida". Verás, si quieres, un mapa de dragones, y portentosas fieras, guías para el sonámbulo que atraviesa los días a través de la llanura. Crecerán cordilleras frente a tu ventana, y las cumbres te llamarán. Caerás al llegar, de nuevo. Serás galerista, artista, marchante y excéntrico comprador. Olvidarás que el arte es un juego de espejos y serás otra pieza. Compondrás canciones populares que tu gente adoptará. Vivirás sobre una columna. Bucearás hasta simas innacesibles, y tus iluminadas manos sonreirán al convocar las maravillas y verlas.

Tienes bibliotecas de paredes hexagonales que asemejan almenas para ti, salas repletas de sepulcros donde huele a miel y a la cera donde grandes reyes del pasado trataron de vencer al olvido. Allá estás tú también, que ahora lees, antes de nacer, olvidando, con la misma dificultad con que aprenderás después reglas y picardías. En un barco de guerra perseguirás a alguien que eres tú, con diferente alma y con la cara distinta. Sentirás entre los ecos guerreros de la habitación el frenesí del perseguidos y el pavor de la víctima. Y te matarás, después, para volver a nacer, convertido en quimera. Quizá tus llamas incendíen y destruyan de nuevo la biblioteca. Pero, como la doctrina de los místicos, es eterna, aunque nada quede. Tu propia eternidad será mostrada. Y tu fragilidad pavorosa. Y tu fuerza, y tus lágrimas de pérdida. Profecías impetuosas te aturdirán. Tormentas que iluminan una escalera sin fin, pero a cada peldaño más estrecha. Caerás y renacerás. El ciclo debe ser completado, aunque sea una espiral moviéndose en las ondas del agua. Verás aún muchas más cosas, que mi imaginación ni sospechar puede siquiera.

Y si al final, vencedor refulgente como eres, más sabio y más sutil, entenderás lo que significan todas estas palabras. No te detengas, viajero. Abre las puertas.




domingo, 6 de mayo de 2012

Devastados en Chesil Beach, o el poder destructivo del arte. Una rebelión.

*Aviso, puede contener o insinuar spoilers. Lo siento...

Eran inocentes, pero su inocencia era la culpabilidad de todos los prejuicios y convenciones sociales, que siempre nos miran, incluso cuando estamos solos. Se querían. Proyectaron gratas sombras futuras oyendo el rumor del oleaje y la pálida luz solar. Pero no sabían como comenzar a vivir en un mundo ajenao que empezaba a mostrar la simiente de un huracán acercándose. Eran sensibles y delicados. Estuvieron a punto de ser destrozados. Y cuando salvados, felizmente casados, con una familia no demasiado disfuncional y razonablemente feliz, recordaron su primera noche, su primer tropiezo, superado con amor y paciencia, un escollo silencioso, quizá el único de su apacible amor. Así que jugaron a imaginar como recordaban esa noche y como podrían haber sido sus vidas si hubiera sido de otra manera. No nos ha sido dado acceder al manuscrito de Florence. El de Edward, como un intenso alivio de su suerte aferrada, cayó en poder de un amigo escritor de su esposa, concertista de inmenso prestigio, y fue convertido en una fábula sobre el miedo, el terror oculto que yacía en la época en que se casaron. Pactaro una obra literaria esculpida por diferentes pliegues y costuras que las del relato, más tosco, de Edward, conocido y celebrado en círculos académicos por algunas monografías acerca de personajes enterrados en el olvido de la historia inglesa. Fue un gran éxito. Y un escalofrío para decenas de miles de lectores. Incluyendo a los protagonistas, que se reconocían bien y que no habían podido saber cuán frágil puede resultar la felicidad.

Bien, acabo de "arreglar" una de las mejores novelas, y creo que la más insoportable que he leído. No puedo contar apenas nada, por no destriparla, merece una lectura y es muy breve. Un mapa delicado y compasivo de una época y dos personajes inmersos en ella que acaba a hachazos sobre ellos y sobre el pobre lector, que horrorizado, trata de salvar restos del naufragio que el escritor vuelve a sumergir. Sin misericordia ni esperanza. Supongo que eso otorga valor artístico a la creación, o no. Pero para mí resulta imposible poder disfrutar con algo así, y la sensación de amargura intensa prevalece sobre el goce etéreo de su magnífica prosa y soberbia construcción. Aparte de ciertos detalles que ofuscan y desconciertan, es magistral. Y resulta asombroso pensar en el poder destructor e inspirador que pueden tener el arte y las ficciones en nosotros. Quizá el escritor, entre el andamio de sus construcciones y la vista de como crecen e su imaginación, puede alejarse. Como lector, si el novelista conoce su oficio y lo desarrolla con talento, a veces me resulta imposible. Handle with care, please. Es usted un gran escritor, señor McEwan. Cacho cabrón. .

Y bueno, no quiero contar demasiado más acerca de la novela, que recomiendo, así que copiopego su inicio: Eran jóvenes y vírgenes aquella noche, la de su boda, y vivían en un tiempo en que la conversación sobre dificultades sexuales era claramente imposible. Pero nunca es fácil, y añado mi propio final:


La llamó. Ella se volvió y vio su cara recortada contra la aurora. Algo se quebró en ambos al reconocer algo extrañoque despertaba en sí el otro rostro, quizá la piedad por su situación desolada. Se abrazaron. Recorrieron por primera vez juntos (tradición que luego se repetiría de cuando en cuando, como conmemoración de su primer aprendizaje, y el más importante, juntos) los guijarros iluminados por la tímida luz de Chesil Beach.

Supongo que resulta una rebelión demasiado infantil, pero he decidido tomar partido por la felicidad, así que deconstruyo el manuscrito de Edward en un tono ménos gélido, atrozmente devastador y por desgracia para mí, con infinitamente menos talento que el de su primer remedador. Pero hacedme caso. Lo que os digo fue lo que ocurrió. Luego, leed el libro.





Perdón por una entrada tan aparentemente rara y prescindible...pero es que tenía que hacer algo... ;)