martes, 22 de noviembre de 2011

De raíces y (d)ramas

Dos jornadas de viaje alejan al hombre –y con mucha más razón al joven
cuyas débiles raíces no han profundizado aún en la existencia– de su
universo cotidiano, de todo lo que él consideraba sus deberes, intereses, preocupaciones y esperanzas; le alejan infinitamente más de lo que pudo
imaginar en el coche que le conducía a la estación. El espacio que, girando
y huyendo, se interpone entre él y su punto de procedencia, desarrolla
fuerzas que se cree reservadas al tiempo. Hora tras hora, el espacio
determina transformaciones interiores muy semejantes a las que provoca
el tiempo, pero de manera alguna las supera.
Igual que éste, crea el olvido; pero lo hace desprendiendo a la persona
humana de sus contingencias para transportarla a un estado de libertad
inicial; incluso del pedante y el burgués hace, de un solo golpe, una especie
de vagabundo. El tiempo, según se dice, es el Leteo. Pero el aire de las
lejanías es un brebaje semejante, y si su efecto es menos radical, es en
cambio mucho más rápido.

Thomas Mann, la Montaña mágica

Bien, esta ha sido la parte inteligente e interesante de la entrada. Ahora viene la mía

Irlanda está llena de pubs. Una semana y dos pueblos reativamente pequeños (Mallow and Killarney) tampoco permiten un estudio sociológico, y yo estoy encantado, sorprendido y empanado, frecuentemente todo a la vez. Son católicos (salvo en lo del Ulster, que he leído y preguntado un poco y no me he enterado aún) amables, bebedores, abiertos. Tienen un deporte que no he visto y ya me ha enamorado, eso de fútbol gaélico. Son orgullosos y respetan muchísimo su historia y tradiciones. Parecen buena gente, en general. Ya está apunte socológico concluído. El truco, decir cosas buenas generales y un par de apuntes locales, todo el mundo está encantado con eso y en cualquier país sienta bien que uno diga esas cosas. Creo que me haré tarotista.

"La loca Irlanda te hirió hacia la poesía". No sé cuando he recordado este verso, pero de alguna manera es un país que parece muy inclinado a historias tradicionales, recuerdo, el sueño de un pasado fijado de manera indeleble e invariablemente sobre todos, los propios y los extraños. y como cualquier pasado en el que todo parecía más fácil y la vida más simple y plena, falso. Supongo. Airlan has a lot of poets, but mucho more poetry, ever. Si se dice así. Espero descubrirla, y si puedo, contárosla. Y seguir leyendoos, cuando esté ya asentado del tó.

Mientras me asentaba, hubo elecciones en España, ese país desastroso que ha olvidado de donde viene y parece no saber ir hacia un lugar que no conoce y en cualquier caso, no le importa. Pero igual, aún más madrastra que madre, la quiero igual y a ratos la echo de menos. Espero volver a un país más ilusionado del que dejé momentaneamente. Recuerdo el dictamen del rabino Isaac Luria. Dios se contrajo para crear el universo, y del hueco que surgió, fue llenándose el firmamento. La expansión de todo va arrinconando al Creador, que quizá acabe por desaparecer subsumido en su propio acto, sin estar en ningún lado, llenándolo todo, nada y en cualquier lugar, todo tiempo. O simplemente nada. Espero haber arrancaco las malas semillas y plantar algo nuevo, que aunque desaparezca con el tiempo, perviva, y que en España, en Irlanda, en Europa, en la gente, todo lo que la tormenta ha destrozado sea renovado con nueva fuerza. Con ese espíritu vine, aún lo mantengo. ¡Que el acantilado se deshiele! Y os deseo lo mismo, o ni siquiera tener que desearlo. Un abrazo a todos :)


martes, 8 de noviembre de 2011

Música, cuento*, hasta pronto.

*Esta entrada va a ser algo más larga. El domingo marcho a Irlanda, a buscar una experiencia laboral y una mejor pronusiesion in inglis, así que quiero compartir una historia que hace tiempo me rondaba por aquí. Trata de una historia encontrada en un papel escondido en la caja de un disco de vinilo que contenía esta pieza mágica y alguien con buen gusto me recomendó





así que espero que podaís leerla mientras la escuchaís, al menos en mí están muy parejas. Asumo que la longitud puede ser excesiva y disuadiros de su lectura...pero me arriesgaré, esta vez. Espero que os guste. Y leeros y escribiros desde la verde Erin :)


Érase que se era, en un antiguo reino que las crónicas que del suceso hablan colocan antes del esplendor de las arenas persas y los jardines de ensueño de babilonia, un rey llamado Mdrez. Su reino no ha sido nunca encuadrado, aunque parece las pocas fuentes que disponemos coinciden en que incluía desiertos y selvas remotas, llegando hasta el mar, y protegido por montañas casi inaccesibles al norte. Las crónicas independientes a la que cuenta esta historia lo tratan como a un gran constructor y benefactor de su pueblo, y resaltan la fastuosidad y el esplendor de sus palacios, fuentes y jardines, laberintos gozosos y salas de oración a los dioses y de recogimiento en bibliotecas amplias y cuidadas, junto con otras salas, y edificios a lo largo de su reino que en verdad parecen una exageración benevolente, dada la época probable de que se trata. Su nombre significaba, según los mismos autores, “el que quiere saber”, y en verdad parece imposible que pudiera existir un nombre más apropiado a su talante. Enemigo de la guerra y sus aceros voraces y no envenenado por la pasión que despierta en algunas almas atormentadas el fulgor del oro brillando en la noche, había tratado de vivir según sus propias inclinaciones a la sencillez y a la búsqueda de la sabiduría.

Tenía dos hijos que habían crecido en fuerza, belleza y amor por su padre, pues su madre había muerto cuando ellos aún eran muy jóvenes. Mdrez les devolvía todo el amor que sentía por ellos multiplicado por el que su buena esposa había hecho germinar en su corazón…pero una tristeza lo consumía algunas veces en los paseos nocturnos por sus amenos jardines. Pues sus hijos crecían, según pensaba, en el error de dedicar sus anhelos a aquellas pasiones que el Rey rehuía. Su hijo mayor disfrutaba en el combate y el choque de espadas, y su hija, muy pequeña aún, parecía holgarse demasiado en los bienes que Mdrez creía más breves que un dibujo en la arena. Y varias veces se encontraba sin ellos, en sus reuniones con los sabios que hacía llamar desde dónde quiera que se encontrasen si tenía noticia de ellos, en los exámenes a nuevos pergaminos para su biblioteca y en la contemplación de las estrellas. Y le dolía su ausencia.

Cierto día, llegó un hombre a palacio, diciendo ser un hombre sabio (la mejor de las credenciales que con el buen rey se podría presentar) que solicitaba audiencia con el Rey. Cuando Mdrez accedió, el augur, pues tal era su arte, le contó las historias más extrañas que nunca hubiera oído, pero tras esas gozosas revelaciones, le advirtió sombríamente que para desgracia de su pueblo y de su reino, los dragones de la guerra habían despertado al otro lado de su frontera. El pueblo nómada de los Hunai había arrasado la antigua ciudad de Salmerai, la ciudad dónde nació la escritura y la sede del gran palacio de los sabios, según la leyenda. Y Mdrez sintió cómo el ardor del viento del combate quemaba su estómago, a la vez que el temor helaba su espalda. Pero nada dijo. Quiso preguntar al misterioso augur que depararía el futuro:

-Sólo me es dado pronunciar las breves frases que traza el río que vemos correr a pocos pasos entre tus árboles de la seda y las acacias del jardín. Estas son: Conocerás la sabiduría, pero pagarás el precio. La primera herida la recibirás del reino y tu heredero. La segunda, de tu hija y los habitantes de tu ciudad más lejana. La tercera será la más dolorosa, pero quizá pueda curar las otras dos en el corazón de un hombre sabio.

Mdrez sintió aprensión y temor, pero quiso ofrecer al adivino cobijo y sustento esa noche. Miraron las estrellas y el Rey quedó asombrado por su conocimiento de las danzas celestes. Al nacer el día, marchó con la escarcha de la mañana. Durante un tiempo, el Rey pensó en las palabras del adivino, sin encontrar más sentido que una posible guerra, pero el tiempo pasó y fue disipando sus temores.

Meses después, sus consejeros demudados, interrumpieron en una de sus salas, mientras examinaba los mapas antiguos: “Señor -le dijeron- los mensajeros informan de que nuestras fronteras están siendo invadidas. Un enorme río de gentes pacíficas de los reinos más allá del desierto atraviesa las fronteras del Este. Todo nos hace pensar que los Hunai se aproximan.

Mdrez recordó y maldijo las palabras del adivino. Tiempo después, sus inquietudes parecían regresar cruelmente. Mandó a sus mensajeros hacia las fronteras, más allá de desiertos, páramos y cordilleras, y trató de no precipitarse, tal el hombre sabio y precavido que aspiraba ser. Pero las noticias no eran fáciles de esconder, y una noche, el príncipe se presentó en sus austeros aposentos. “Padre –se dirigió a él con dulzura- me lo has dado todo y ni siquiera sería digno de desenvainar esta espada si su filo te apuntara a dos tiros de lanza. ¿Pero por qué no confías en mí?. Oigo que los Hunai nos amenazan y no voy a ser yo quién anhele romper su brida con mi daga? Dime que renuncie a tus palacios, y lo haré. Ninguna queja me oirás pronunciar si me prohibes viajar por tu reino. Aguantaré sin lágrimas si me pides que no aparezca en tu presencia. Pero no me pidas que no defienda tu reino y el amor de tus súbditos frente a quienes lo amenacen.”

Mdrez le replicó, “hijo mío, ninguna cosa de las que has dicho podría ni siquiera empezar a ordenarla. Tú y tu hermana sois mi mayor felicidad, y no despegaría mis labios para decir algo contra vosotros sin pedirle a la muerte que llegara desde su pozo del desierto a llevarme con ella inmediatamente. Pero hay graves augurios en tu contra y temo que marches, y te prohibo marchar. Otros generales dirigirán la expedición”

-¿Acaso envíamos al mastín para aplacar al lobo, padre?- gritó el príncipe, presa del dolor. Tu reino es mi sangre, y si resulta herido, yo sangraré.
- Podría encerrarte.
- Podrías. Pero me prohibirías cualquier esperanza de felicidad
- Podría explicarte
- Podrías. Pero no apagarías la fuerza de mi decisión
- Podría convencerte de que…
- No, padre. Eso no lo podrías hacer.

Mdrez se sintió conmovido, pero temía aún, porque amaba a su hijo y el amor ve con más perspicacia todos los peligros que existen en el mundo. Y se resistía a concederle su deseo, aunque esto también le desgarraba las entrañas. Tras tres noches sin poder dormir, torturado por los malos augurios y elevando sus plegarias a los indiferentes dioses, llamó a su hijo, y con la voz temblorosa, le dio su permiso para partir al frente de sus tropas. Una lágrima cayó en su mano cuando el príncipe se inclinó para besarla. Mientras partían, el Rey temblaba ante la perspectiva de que quizá fuera el último recuerdo que le quedase de él, y sintió angustia. La caravana fue desapareciendo tras las murallas de su capital, llamada Afoz.

Durante el largo tiempo que siguió, las noches fueron el peor castigo para Mdrez. Por el día, disfrutaba del crecimiento de su niña, que llenaba de olvido sus peores imaginaciones, pero en la noches se veía solo, incapaz de dormir, y cuando lo conseguía un breve rato era acosado por las pesadillas. Vió morir a su hijo de muchas formas, y a sus mensajeros incapaces de dejar de tartamudear ante la noticia. Vió su sepulcro frente a los de sus padres y el de su querida esposa. Y temía acercarse a las murallas y mirar el horizonte, estaba pasando demasiado tiempo… Así que cuando oyó la música que anunciaba la llegada de un correo importante, se sintió desfallecer, Se sentó pesadamente en el trono, y trató de encontrar motivos de esperanza en su rostro. No quería ordenar al mensajero hablar antes de eso. Pero no los encontró. Así que cuando lo ordenó, y la voz neutra aunque orgullosa del correo le explicaba su gran victoria frente a los nómadas, e incluso la liberación de Salmerai, un triunfo mayor del que hubiera podido soñar cualquiera en la corte, y el envío de todos los libros que había sido posible rescatar de la destrucción, el rey se sintió aliviado, conmovido, orgulloso, perplejo. Y se avergonzó de haber hecho caso a un vagabundo que se decía adivino antes que confiar en el valor de su hijo. Y quiso cabalgar a su encuentro en la frontera, junto con su hermana, la hija que tanto alivio le había proporcionado a su tempestuoso espíritu.

El encuentro fue alegre y sobrio, Mdrez no era dado a las efusiones. Pero sintió que podría morir tranquilo cuando vio a los dos hermanos abrazándose sin fin. En la tienda del príncipe, los planes de reconstrucción de las murallas a lo largo de todo el reino para prever futuros ataques y la anexión de las ciudades arrasadas por los Hunai antes de su derrota para que sus antiguos habitantes pudieran retomar su vida en ellas ocupaban cientos de planos, órdenes, informes. Fue hablando de ello cuando la princesa le pidió quedarse en aquellos lugares para poder dirigir la reconstrucción. Entonces, el Rey pensó en las heridas profetizadas. Porque no quería separarse de ella, ni verla sola en un mundo que no conocía, y porque su mente volvió a imaginar todos los peligros que podría correr. Sin embargo los días pasaron, y cuando la caravana real inició el camino de regreso para otorgar la celebración en honor del príncipe, el Rey accedió a sus deseos, y ocultó sus lágrimas. Durante el camino de vuelta enviaba correos veloces para asegurarse de que no le faltaba nada y que sus deseos eran cumplidos. Las noticias de vuelta eran breves y tranquilizadoras, pero entre ellas siempre seguía esa desazón leve de no poder contar con su querida hija a su lado, que ni siquiera sus cartas disipaban.

“Querida luz de mi vida, habeís destruído las malas semillas y edificado la esperanza de ciudades populosas. Habeís crecido y prosperado en rectitud, como el poderoso árbol de la seda que ha recibido los dones de la claridad y la frescura. Me siento orgulloso de ti. Pero voy envejeciendo y te extraño. Besos, bálsamo de mi incipiente vejez”

“No es propio de un gran Rey amado de sus súbditos y temido por sus enemigos hablar así, querido Padre. Sabes que quedan muchos años para recibir y sentir el afecto de su pueblo agradecido, y de tus hijos que te adoran. Tanta lectura te hace el ser más pensativo del reino, pero te vuelve demasiado sentimental. ¿Por qué no sentir de nuevo el viento en tu rostro? Oigo que mi hermano se ocupa de planificar las murallas, al otro lado del reino. Como mi trabajo, llevará años. Pero merecemos encontrarnos antes de terminarlo. Recibe mi amor más puro, Padre”

“Leo la carta de mi querida hermana y me sumo a sus reproches, Señor. No es propio quejarse tanto, ni temer por nuestro desempeño. Somos felices y pensamos cada día en ti. No debes sufrir. Envío con mi jinete más veloz mi entusiasmo por la idea de la princesa, debemos darte una alegría. La lectura está ablandándote, Padre”.


El rey pensó en lo mayores que se habían vuelto, de repente, en lo mayor que debía resultar y en su propio cansancio, ates de pedir al cielo por la salud y la alegría de sus hijos y agradecerle su inmensa fortuna. Esa misma tarde, comenzaron los preparativos. Y semanas después, Mdrez inició su camino a través del reino, por todas las ciudades principales, que multiplicaban su población con la gente que llegaba de las cercanas, aclamado y feliz, pero ansioso por encontrarse en las fronteras que reconstruía su princesa. Las crónicas se detienen en demasiados detalles sobre cada ciudad, cada edificio, todas las muestras de admiración que el Rey despertaba, más aún cuando se unió desde el Oeste el príncipe que salvó su reino. Vale decir que se demoraron felizmente en llegar a su destino.

La ciudad de Istafanu, antigua enemiga ahora reconstruída y sumada a su reino, abrió sus puertas entres pétalos de flores, fiesta y música. Fueron días de felicidad, explicaciones, reencuentros. Las ciudades que la guerra había destrozado aparecían radiantes y plenas de vida. Mdrez no pudo sino admirar el desempeño de su hija, y sintió extrañeza por las preocupaciones que había albergado cuando era una niña. No habían seguido su visión de la vida, y a veces se lo había reprochado en silencio. Pero estaba equivocado. Visitó otras ciudades, recibió nuevos homenajes, y un día, el día de la nueva separación llegó. Mdrez se sentía cansado, y pensó que quizá la próxima vez en que los vería de nuevo y juntos fuera en torno a la cama de un anciano enfermo. Pero esta vez no quiso sino disfrutar de cada momento con ellos, y cuando la separación llegó, la emoción estaba de parte de sus hijos. El príncipe no encontraba palabras, y la princesa lloraba y sonreía. Más tarde, cada uno siguió hacia su misión, planificar una defensa, reconstruir una ciudad, gobernar un reino.

Pasaron los años.

Cierto día, tras el breve paseo que sus piernas fatigadas le concedían y sentado en una silla de la biblioteca, ojeando algunas historias de civilizaciones remotas, recibió un anuncio; un súbdito suplicaba verlo, y añadía que ya habían hablado antes, hace mucho tiempo. Mdrez raramente negaba una audiencia. Pero no esperaba que el antiguo augur, alto y enjuto, con la barba y las sienes ya plateadas, los ojos más hundidos pero su misma sonrisa, volviera a verlo. A veces había pensado en su predicción, pero se le había ido olvidando. De cualquier manera, siempre sería grato tratar con él. Le indicó que se sentara junto a él y le mostró sus volúmenes, orgulloso. La conversación se demoró entre noticias de los pueblos de las montañas y la explicación de fenómenos extraños, como aquellos en los que el sol parecía oscurecerse para volver a nacer de la que hablaban los antiguos. El cielo fue nublándose, y al fin, antes de retirarse a sus aposentos, el Rey quiso saber su futuro, y sobre todo, si había sufrido ya esas heridas que le otorgarían la sabiduría.

El adivino le respondio: “En cada corazón se interpretan los designios de la naturaleza de distinta forma. Pero por lo que hemos hablado esta tarde, sé que sufriste por tu hijo cuando partió a luchar, te entristeciste por la partida de tu hija, y no confiaste mucho en ellos. No eran lo que tú hubieras deseado, pero ahora sabes que estás orgulloso y feliz de ellos. Así que la primera herida del miedo a la guerra te enseñó que no es bueno sufrir por aquello que el destino no ha provisto aún. La segunda fue otra separación, la del miedo a la soledad y la falta de confianza. Y has aprendido que aprender es siempre equivocarse, caer, recordar lo que no sabes. La tercera herida se refiere al suceso doloroso que siempre acompaña al Rey más poderoso o al cabrero más humilde. Mi querido y resplandeciente Rey, para las cosas que de verdad importan…siempre se aprende demasiado tarde”

El adivino, cuyo nombre no menciona la crónica, lo que hace especular a ciertos eruditos sobre su autoría, pasó algunos días en conversaciones con el rey, en la que trataron la sabiduría de los pueblos que no recopilaban sus conocimientos en pergaminos, el lenguaje de las aves, los seres de las cumbres de las montañas, las leyes de los caminantes del desierto y las leyendas de los seres del río que atravesaba gran parte del reino. El rey organizó una cena en su honor, y el adivino partió a la mañana siguiente. Mdrez lo vio partir desde sus jardines, con su cayado y su andar lento pero decidido contra el sol que oscurecía su silueta y hacía refulgir las cantarinas fuentes de sus jardines de distintas alturas, como cascadas doradas y arcoiris.

Los relatores cuentan que Mdrez vivió más años rodeado del amor de su pueblo y los suyos. Sus hijos hicieron prosperar su reino, y fueron felices en la valentía y la bondad, como su padre lo había sido en la sabiduría. Y a partir de su reinado, el país fue languideciendo, sufriendo al acoso de sus vecinos. Lamentablemente, las fuentes parecen basarse en unos pocos textos y los palimpsestos encontrados sugieren que quizá se trata de una historia común a muchas culturas, aunque la falta de datos de algunas épocas y territorios hagan defender aún a varios investigadores la veracidad histórica del gran Rey Mdrez y sus hijos Arslum y Yauntiai. Leyenda o historia, a este explorador le pareció que merecía ser contada, y que quizá encierra algún detalle valioso para algún lector que se aproxime a este humilde relato. Y para que conste, así lo manifiesta y lo deja escrito.

La foto es de un parque de atracciones disney. También venía en la caja del vinilo... ;PP

martes, 1 de noviembre de 2011

La verdad. Una entrada tonta con obra maestra adjunta

Era Jalogüin en la calle, pero antes de salir a ver ese festival insertado en nuestra tradición a través del poder blando estadounidense y las ganas de fiesta, cervezeávamos y jugábamos a juegos adolescentes de beber rápido, desinhibirse y tontear, adaptados a nuestra edad cada vez más respetable y ay, menos propensa a hacer el tonto. Con lo divertido que es. Y así, disparatando, íbamos cambiando de temas, y acabamos en un concurso de dibujo, sólo nos faltaban los folios y las pituras, con las mejillas y las manos pintarrajeadas, como los babis.

El concurso trataba de dibujar LA VERDAD, con mayúsculas. Nos pusimos a ello, pero al final los dibujos se hicieron con palabras y discusiones (no lo lamento, soy el peor dibujante del mundo, cualquier ser vertebrado tiene más talento que yo para eso), así que nos contamos que haríamos, y luego discutimos sobre la verdad. Las 4 propuestas eran un hombre y una mujer desnudos con un árbol, dos planetas tierra frente a frente, el segundo desolado y un interrogante, una persona cargando una piedra en un túnel esperando a salir de él para liberarse y una página en blanco.

¿Y qué es la verdad? Poncio Pilatos, como cada persona antes y después de él se ha hecho esta pregunta, me parece. Y puede que la discusión acabe derivando en un tema lingüístico, así que me voy a la RAE:

verdad.

(Del lat. verĭtas, -ātis).

1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.

2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.

3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.

4. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.

5. f. Cualidad de veraz. Hombre de verdad

6. f. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. U. m. en pl. Cayetano le dijo dos verdades

7. f. realidad (‖ existencia real de algo).


Y me acabo dando cuenta de que el concepto de verdad es demasiado amplio para ponerse a discutirlo o dibujarlo, sin más. Pero el juego debe prevalecer, así que yo, contra la oposición de algunos amigos, reconozco que de esas definiciones no puedo defender que haya algo verdadero siempre y en todo lugar. Pero, lo creo. Casi todo es relativo, concedido, pero debe haber algo que sirva de soporte a todas esas relatividades, un marco de conformidad universal a partir de las cuales organizamos nuestras discrepancias. O no, en estos temas es difícil convencer o ser convencido. ¿Hago trampas si digo que siempre sería malo tirar a un recién nacido a la basura para que muriera, en todo momento y lugar, por ejemplo? Ahí lo dejo, no digo nada y os lo digo tó. Otras veces, la verdad es poliédrica, obviamente, para mi la lucha por la felicidad que nuestro instinto impone en un mundo regido por el azar y distintas leyes de las que ingenuamente fija nuestro anhelo es una verdad. Pero tan matizable y rebatible, que para evitarlo, sólo puedo expresarlo con un magistral dibujo, ya de por si pinto mal, pues con el paint ni os cuento...



No sé dibujar. Una verdad irrebatible. Y bueno, aquí no hay apenas opinión ni algo que quiera decir, más que un inmenso interrogante, que nunca podrá ser solucionado pero que es humano tratar de aclarar mínimamente, a saber, ¿existe la verdad? ¿cómo la expresariaís, o dibujariaís? ¿Por qué pierdes el tren si corres, pero si no corres lo hubieras cogido, de haber corrido? Podeís dibujarla y enlazarla, si sabeís como se hace, yo no tengo ni idea, pero si lo conseguís os la subo a la entrada ;P

Y poco más, esta entrada es una pregunta sin mucha respuesta, pero hay una verdad difícilmente discutible. Intentar hacer cosas divertidas es cool, y hacer el tonto, privilegio de los elegidos. Así que animaos, dibujad, con palabras o programas informáticos del pleistoceno, y despejadme un poco este mar de dudas que me asola, si os place. Gracias de antemano, como dice Rajoy. El futuro de esta entrada está en vuestras manos, y será vuestra. Sólo faltaría que me pagaran por esto, y ya sería la leche en verso. Espero vuestras opiniones, dibujos o dibujos con palabras, serán un honor. ¡A trabajar!, que el puente ya se acabó y hay que volver a los deberes "cada uno lo intentaaaa a su maneraaaa/cada uno que cante lo que quieraaaaaaaaa" :)


PD: Lo de Halloween es una tontería, pero supongo que hay peores excusas para estar de fiesta y beber...