sábado, 26 de marzo de 2011

Canciones para la BSO de una vida (Track 1, Vincent)

Hacer un disco recopilatorio de canciones preferidas es duro, en el fondo. Pero lo voy a intentar hacer. Cada cual tiene las suyas, canciones que significan algo especial. Yo pondré algunas de las mías, intentando compartir con vosotros un disco que me parezca gozoso de ser oído. ¿Por cual se puede empezar? Depende del estado de ánimo. Cuando la noche es suave y miras hacia lo alto buscando un sentido, puede que una canción melancólica sea una buena elección. No para sentirte triste. Para sentirte vivo ;)

El pintor abrió la ventana. El día había sido yermo, improductivo, entre jaquecas que le negaban la inspiración y discusiones económicas con su casero, ese hombre sencillo y bueno que le miraba con extrañeza porque le gustaba pasar las tardes frente a los trigales del pueblo buscando una luz especial que llegara desde algún otro mundo fronterizo con éste y porque mostraba indiferencia hacia el dinero y sus obligaciones . Había intentado acometer un retrato, pero no podía afrontar el color necesario para transmitir ese extraño sentimiento que la modelo (una campesina que sentía lástima por él) despertaba en su cabeza dolorida esa tarde mustia de otoño. Así que le regaló el cuadro, a medio hacer, en realidad, torpemente finalizado. Luego se acostó. El breve sueño le hizo bien, y cuando despertó, la noche comenzaba a caer sobre la villa. Sintió la brisa fresca sobre sus mejillas, y la luz lechosa del firmamento llenó sus ojos de luz. Comenzó a pintar, y se sintió feliz.

Quizá el mundo no lo comprendía...pero por una noche, eso no era culpa ni problema suyo.


Damas y caballeros, el disco empieza con una auténtica joya. Track namber uan, Don McLean, Vincent. A disfrutarla. La traducción de después no es demasiado fiel, pero quería poner mi granito de arena...



Noche, noche estrellada
Pinta tu gama de colores azul y gris,
Miras afuera el día de verano,
Con esos ojos que conocen la oscuridad de mi alma.
Sombras en las colinas,
Bosquejas árboles y los narcisos,
Recoges la brisa y el frío del invierno,
En colores sobre la tierra nevada, de lino

Ahora comprendo
Lo que querías decirme
Cómo sufriste por tu razón,
Cómo intentaste liberarlos.
No escuchaban, ellos no sabían.
Quizá ahora lo harían.

Noche, noche estrellada
Flores en llamas que arden brillantes,
Nubes que se arremolinan en un haz violeta,
Reflejan los ojos de porcelana azul de Vincent,
Colores de matices cambiantes,
Campos de mañanas de grano dorado,
Rostros ensombrecidos por el sol, arrugados de dolor
Se calman bajo la mano cariñosa del artista.

Ahora comprendo
Lo que querías decirme,
Cómo sufriste por tu razón
Cómo intentaste liberarlos.
No escuchaban, no sabían.
Quizá ahora lo harían.

Y aunque no podían amarte,
Tu amor seguía siendo verdad.
Pero cuando no quedó esperanza
En esa noche, noche estrellada,
Te quitaste la vida, como los amantes a veces hacen.

Pero habría podido decirte, Vincent,
Que este mundo no fue hecho
para alguien tan hermoso como tú

Noche, noche estrellada
Retratos colgados en pasillos vacíos,
Cabezas sin cuerpo en muros sin nombre,
Con ojos que miran al mundo y no pueden olvidar.
Como los extraños que has conocido,
Harapientos en sus ropas desnudas,
La espina de plata de la rosa sangrienta,
Yace aplastada y rota en la nieve virginal.

Ahora creo que sé
Lo que querías decirme
Cómo sufriste por tu razón
Cómo intentabas liberarlos
No te oyeron. Tampoco te oyen ahora
Quizá nunca lo hagan...

jueves, 17 de marzo de 2011

Sport must go on...

Como todos los niños, quise ser un héroe. Un ídolo admirado y querido (adorado, más bien, aunque entonces quizá no sabía distinguir entre ambas cosas)...y no había otro horizonte mental para eso que ser un deportista de élite exitoso y reconocido. Todos veíamos los partidos importantes, apoyábamos a los nuestros, y creo que en el fondo, deseábamos ser ellos. Los imitábamos entre los patios de un colegio de suelo duro, y porterías de redes raídas, en horas de gimnasia o en el recreo con una botella o bola de papel albal como balón y todos contra todos, corriendo sin sentido, o con el sentido que le daba la pelota improvisada, que es el unico sentido que tiene el fútbol. Después de las clases, jugábamos en el patio a balonmano, a veces baloncesto, o volvíamos al fútbol, y en los parques seguíamos pidíendonos países, jugadores, equipos y jugabamos un mundialito. El fútbol no era el único deporte (recuerdo a Lorenzo Rico y a la Jugoplástika de Split como ídolos perpetuos), pero era el rey indiscutible. Y los jugadores parecían trabajadores empeñados en honrar a los aficionados de un club que les pagaba bien por dejar todo en el campo para que quienes no habían tenido la suerte de ser elegidos para representarlos salieran orgullosos de la cancha.

Ese era el fútbol que apasionaba a los personajes de La Peste de Albert camus que en medio de la epidemia discuten sobre el medio centro, el de los héroes refulgentes en el sol o caídos en la sombra de Eduardo Galeano, el Garrincha de la canción de Alfredo Zitarrosa (Lo lleva atado al pie como una luna atada al flanco de un jinete /lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre /y le pega tan suave tan corto tan bello /que el balon es palomo de comba en el vuelo /y lo toca tan justo tan leve tan quedo /que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo /¡y se estremece la gente /y lo ovaciona la gente!) o el de la tripulación de Shackleton atrapada en la Antartida organizando partidos en el hielo.


Luego, mis sueños se quedaron en un cajón de la memoria. Pero seguí aficionado a ese reino mágico de ilusión, donde las desgracias se sepultan por la esperanza que puede traer la próxima semana, la gente se une en pasión compartidas y olvida casi todo lo demás durante unos cuantos minutos plenos de mentira maravillosa.

Pero me lastima es ver que ese mundo de héroes esforzados, tenaces y cercanos es ahora la última premiere de Hollywood, con alfombra roja, mucho envoltorio, y la sensación de barraca de feria y embaucadores profesionales con chaleco. Supongo que cuando era niño tampoco difería tanto y no me daba cuenta...pero es que lo de ahora es una locura, un master en marketing, un producto manufacturado, envuelto y listo para vender en cada hogar que se pueda. Afortunadamente, siempre habrá una pelota que pueda querer entrar o no en una portería o en un aro. Ese instante justifica tantas tonterías.

Ahora cualquier deportista es un superhéroe, con alimentos y ejercicios planificados al milímetro, participa en campañas solidarias, deja los detalles de la vida cotidiana a un representante que le ofreció sus servicios cuando tenía 6 años, tiene asesores de imagen, jefes de prensa, anuncia coches, bancos o espárragos, opina que el equipo lo ha intentado y sonríe mucho en las ruedas de prensa que da cada día para contarnos sus apasionantes entrenamientos y que se encuentra bien. Vende camisetas , cambia de peinado, se hace un tatuaje y tiene detrás suyo a cientos de persona informando puntualmente de cada una de estas gilipolleces.

Hace poco, un entrenador con 23 años a sus espaldas en el banquillo de un equipo, los tah Jazz de la NBA, cesó porque había discutido con la estrella del equipo y el propietario del club no quería refrendar la sanción que Jerry Sloan quería imponer. ¿Por qué? Pues porque el espectáculo es la estrella, sus gestos, sus declaraciones, sus tatoos, su persona misma. Y luego ya, ganar o perder es lo importante. Dinero, me refiero. Los aficionados estamos a merced de la macroeconomía deportiva (que esa es otra, no entiendo que se pueda decir que el deporte, en concreto el fútbol, pueda generar toda la barbaridad de dinero que añoa tras año gasta). Pero seguimos picando.

Y en fin, añoro las épocas en las que mi padre podía llevarme a ver un entrenamiento de la selección, o ver un partido con entradas regaladas en la esquina del estadio en las gradas de cemento en días nublados o lluviosos, ver a los míos esforzarse sobre la lluvia, equivocarse fatalmente o alcanzar la gloria del gol en un ambiente modesto, con aficionados fieles discutiendo sobre necesidad de un lateral o acercándose al portero para felicitarlo por la última parada del día anterior (si soy sincero, añado que tampoco entiendo mucho a la gente que tiene esa devoción por su equipo. Pero cuando es honesta, no me importa. Cada cual tiene sus obsesiones) También había grosería y actitudes reprobables entonces. Pero era más auténtico.

No quiero ser testigo cada día de marcas inconcebibles, hazañas y records, me basta con apreciar el esfuerzo y la habilidad entregadas honestamente. Y disfrutar del juego que cuando los flashes declinan y los micrófonos callan, ofrecen a esos héroes (falsos, pero durante lo que dura el juego lo olvidaremos) la posibilidad de nuestra gratitud. Y discutir sobre aquella falta y aquella tarjeta en un ambiente de camaradería y exaltación. Y seguir la pelota, como en los recreos, entre cientos de piernas indiferentes o con la intención de robárnosla para salir corriendo en cualquier dirección, sólo por el placer de intentar domarla. Porque, más allá de todo lo anterior, el alma de esos deportes es la pelota. Y también, en palabras de Galeano, el clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie.

P.D: Ánimo, Abidal :)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Sitios donde viviría, gente que hubiera querido conocer (y tres)

No me perdonaría un destripe, así que lo presento brevemente. O mejor, que lo haga el autor:

Un vagabundo, una esfera errante, el paria de la creación: este mundo era todas esas cosas.Hacía siglos que caía, solo y sin rumbo, a través de los fríos y solitarios espacios interestelares. Sus cielos desolados habían visto generaciones de estrellas sucediéndose unas a otras en suntuosos enjambres. No pertenecía a ninguna de ellas. Era un mundo autosuficiente en, y para sí mismo. En cierto sentido ni siquiera formaba parte de la galaxia; sin itinerario fijo, surcaba el plano galáctico como un clavo al atravesar la tabla de una mesa redonda. No formaba parte de nada.
[...]
Transcurrieron los días y llegaron las naves. Desde todos los mundos exteriores, y desde mundos más remotos, de Tara y Daronne, al otro lado del Velo; de Avalon y el Mundo de Jamison, de lugares tan distantes como Nueva Ínsula y Viejo Poseidón, y de la misma Vieja Tierra. Durante cinco años Worlorn se acercó al perihelio, durante cinco años se alejó. En di-599 el Festival terminó.

Worlorn entró en el crepúsculo y se desplazó hacia la noche.


Y en ese mundo recreado por George RR Martin, lleno de sombras y niebla, vientos que azotan edificios deshabitados desde hace siglos y rocas horadadas, diseñadas para que suene una composición eterna y taciturna, bosques desconocidos y de criaturas misteriosas y letales, junto con otras maravillas y peligros que sería trabajoso recordar y nombrar...tendrá lugar un encuentro de dos antiguos amantes cuya relación les parece tan lejana como el Festival de los Mundos Exteriores que allí se reunieron una vez, hace ya mucho tiempo, para dejar una huella fútil que va perdiéndose en el recuerdo de Worlorn mientras el planeta se desliza hacia una noche sin estrellas. Una búsqueda vana, intento de re-encontrar algo que no existe pero sigue sintiéndose, la eterna lucha entre el corazón y la razón encuadrado entre ruinas de un mundo que es un personaje más (también perdedor y desolado, también resistiéndose a su destino) entre seres que no acaban de entender que hacen allí, o porque se comportan como lo hacen, sus dudas y temblores, su ira y su ternura desperdiciadas. También son mundos que van cayendo hacia la noche. Pero aún así, antes pueden brillar.

La novela empieza cuando Dirk T´Larien recibe una llamada en una joya susurrante, un artefacto para enamorados jóvenes, recuerda su promesa tan antigua y piensa: "Porque ella te lo pide. Porque se lo prometiste" Fin de la crítica no muy crítica, como podreís ver :DD Y sí, me hubiera gustado estar en ese planeta...quizá no más de 3 días, quizá. La belleza de la luz que agoniza es incomparable...pero no quiero frío ni oscuridad.


Respecto al personaje que hubiera querido conocer...pues hoy diré a alguien nacido en la zona oscura de la vida, abandonado y maltratado, que aunque representa el espíritu de una época convulsa y sucia, no deja de contener momentos honorables. Trabajó duró, pasó hambre, frío y oscuridad casi toda su vida, y en contra de lo que afirmaría una producción cinematográfica que aspirara a jugosos dividendos, no trascendió su condición y es conocido como un asesino. Asiduo del ejército de salvación y los ambientes anarquistas (en los que era despreciado y conocido como "el tonto") adquirió conciencia de clase, creyó en el mundo nuevo que se le ofrecía, libe de las garras de la explotación, y actuó en consecuencia. Se entregó a la policía y pidió ser juzgado donde pudiese ser condenado a muerte, el único castigo justo para su acción. Pero ni siquiera entonces le hicieron caso. Fue condenado a perpetuidad, sólo lloró cuando supo que su víctima (a quien también hubiera querido conocer) había sido profundamente desgraciada (yo creía haber matado a una persona que vivía en una felicidad insolente, dijo) y al fin, se suicidó en su celda.

Antes, se había construído un punzón, esperado al símbolo de la opresión que quería destruir, contra quien no tenía nada, asestado el golpe recordando el libro de anatomía que había consultado el día anterior y cruzando su miada con la mujer enferma, avejentada, fea e infeliz, Isabel de Wittelsbach, que creyó que sólo se trataba de un pequeño golpe y un susto, pues la herida no dejaba escapar apenas sangre. Un poco después empezó a sentirse terriblemente cansada, se desmayó y murió sin dolor cuando el corazón de Sissi dejó de latir.

Esa mirada que cruzaban dos seres tan iguales, tan desdichados y oprimidos mientras la furia del brazo de Luigi Lucheni llevaba la muerte hacia el corazón cansado de Sissi revela un mundo en el que, como en el Worlorn de Dirk y Gwen a veces la incomprensión es más fuerte que la luz. Pero también nos hace sentirnos más lúcidos, vivos en la tristeza y la aceptación, más atentos a las enseñanzas del pasado, más frágiles y más conscientes de nuestra felicidad. Y por eso me gustaría haber estado un ratín pequeño en ese planeta y ese momento. Para demostrarme lo feliz que soy, y lo que me quejo a veces... :)



jueves, 3 de marzo de 2011

Una reunión en Praga, el lago de sangre y los espejos de agua

He ido tan lejos en el lago de la sangre, que si no avanzara más, el retroceder sería tan dañino como el ganar la otra orilla
Macbeth

¿Habeís estado en Praga? Felicidades a los que sí, a que esperaís los que no. Bueno, a mí me fascinó, al menos, no es la belleza apabullante que quizá tengan otras capitales, pero su misterio y decadente dignidad entre la niebla me hacen que pase de la falsa belleza igual que el sabio/que no cambia París por su aldeaaaaa... y cada vez que piense en ella, una especie de vigilia me lleve a su recuerdo, como un trance lleno de memorias gratas. Y sin embargo, entre aquellas leyendas pintorescas, atrayentes o divertidas asoma, como una mala hierba inextinguible, el inicio de una mentira que influyó decisivamente en la más amarga verdad del siglo pasado. Esa leyenda rescata Umberto Eco en su libro El cementerio de Praga.

No quiero hablar en profundidad de su trama, pero si del juego que propone: A través de un falsificador, asistimos a episodios históricos relevantes bajo la mirada de este (despreciable) personaje, y a través de conspiraciones ocultas de los hechos sabidos, llegamos a la obra maestra de Simone Simonini: a petición de la policía secreta del Zar, debe relatar el plan de una conspiración judía mundial. Y mientras nos cuenta su vida, plena de engaño y traición, vamos conociendo la supuesta mente que ideó los Protocolos de los Sabios de Sión, un documento de destrucción masiva y canalizador de un odio visceral hasta el cenit de su capacidad aniquiladora, desde los pogromos del Este de Europa hasta los campos de exterminio.

En mi opinión, Eco es más erudito que narrador, y a veces la historia concreta pierde fuerza y aliento. Pero lo que nos dice detrás de esa historia guiñolesca y sacada de un ambiente de pesadilla y podredumbre es pura repugnancia y horror, un juego de espejos en el que el hoy se refleja en el ayer y viceversa, mostrando personajes reales convertidos en ficciones que escribieron ficciones que llevaron a, entre otras, la historia más triste del siglo pasado. Y si uno entra en ese salón de espejos y escucha lo que resuena hoy de esos ecos descritos con malicia, la risa se convierte en horror, y lo que se describe con más horror es absurdamente divertido. Tras las sonrisas y las extravagancias se asoma otra risa más terrible, la del demonio siniestro del terror y el odio. Nada es lo que parece...y nada se puede comprender en ese río de la historia...al menos, hasta que es demasiado tarde. Y ese París, esa Praga antiguas, también reflejan el mundo moderno, y la comparación no es excesivamente halagüeña. Sólo que, cuando uno quiere profundizar en estas reflexiones, las pierde, porque otra pista nos lleva hacia otro lado...hacia la nada, el horror, el presagio. Esos espejos también son reflejos de escritos en el agua.

Hasta aquí la crítica del libro concreto; vamos a la historia. Los protocolos, falsificaciones diseñadas por la Ojraná (policía secreta zarista) para desacreditar a sus enemigos (bolcheviques, por ejemplo) y justificar los ataques periódicos sufridos por los judíos en Rusia. En definitiva, crearon un enemigo universal a través de teorías de conspiración. Su éxito fue abrumador, desde Adolf Hitler a Henry Ford, aunque resultan totalmente inverosímiles y su plagio, de una obra realemnte interesante, Diálogos en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu de Maurice Joly, se demostró en 1921. Hoy siguen siendo bastante bien vendidos en algunos paises musulmanes, adaptados para series de televisión, usados para explicar la política israelí, el 11-S etc... por parte de minorías supongo y quiero creer...pero aún así...

Hasta aquí la historia: vamos a la reflexión. ¿Qué tipo de rencor indesmayable puede dictar un panfleto que desea la aniquilación de un grupo humano y ser recogido con entusiasmo por generaciones posteriores? Me acojo a la respuesta de Alexander Solzhenitsyn, muy sugestiva, y a mi juicio (obviamente, es debatible) acertada: dice algo así como que toda la pasión asesina de los mayores villanos de Shakespeare se detenía ante la visión de una docena de cadáveres. Y explica, porque no tenían ideología. El odio puede causar estragos, puede ser vital y arrastrar hacia abismos una vida, o muchas. Pero consume a quien lo sufre, lo agota y derrumba...salvo en aquellos casos en que se revitaliza en aquella zona iluminada por la tormenta donde se une a la razón, los fines superiores y el designio divino o histórico que impulsa al hombre concreto más allá de sí mismo para realizar tareas heroicas e inhumanas (Macbeth again, me atrevo a todo lo que se atreve un hombre; quien se atreve a más, no lo es) a través de un salto desde sí mismo hacia la misión requerida...que, al menos en el desdichado siglo XX fue sólo un salto hacia el horror y el vacío. Hacia un lago de sangre que hubiera espantado a cualquier villano previo.

El último párrafo debe ser una matización: Algunas ideologías también han tenido efectos positivos, han buscado y a veces conseguido mejoras, etc...y supongo injusto que todas debieran ser condenadas sin remisión. Pero aun así, sería mejor que como los seres humanos de carne y hueso que sangran, sufren y pueden aspirar a ser felices que somos, abandonáramos la ilusión de un conjunto rígido de creencias asimilable por grandes masas y nos centráramos en las ideas, a veces convergentes, a veces completamente alejadas entre sí. No somos hombres-masa. No tenemos enemigos-masa ancestrales. Fin del discurso xDDD

Visitad Praga ;)