sábado, 25 de agosto de 2012

Salir de casa, volver al hogar

Desde mi ventana veo la luna, difuminada por un velo de nubes. Ulula el viento, y el aliento de la temporalidad resulta más amable entre sombras claras. En definitiva, que estoy rayado. Leo, por enésima vez un fragmento de mi admiradísimo JoséLuis Pardo...

Por mi parte, recuerdo perfectamente que, como millones de infantes del  mundo entero (por cuyo llanto inconsolable me creí yo aquel día también acompañado), me sentí como un «niño abandonado» cuando me obligaron por primera vez a salir de casa para ir a la escuela: una sensación que, en lo esencial, habría que calificar de acertada, porque esa partida no es más que el prólogo de todas las salidas en busca de la hazaña, en busca del hegeliano reconocimiento, en busca del propio nombre y de la propia identidad, es decir, en busca de la culpa y de la infelicidad. Ya sé lo que los psicoanalistas dirán de esto: complejo de Edipo mal resuelto, rechazo de la castración, apego patológico a las faldas maternas y denegación del padre, instinto de muerte, nostalgia de la vida intrauterina resimbolizada por el «hogar»; ¿Qué pasaría si los niños no abandonasen nunca su hogar para ir a la escuela, al trabajo, etc.? En efecto, nadie haría nunca nada. No habría historia. ¿Qué sería de la humanidad? No habrían existido Alejandro Magno, ni Julio César, ni el Papa Borgia, ni Napoleón, ni Hitler, ni Stalin, ni Franco, ni Pol Pot, ni George W. Bush, ni Mohamed Atah..., con la cantidad de valor añadido que esta gente ha producido y los placeres que han proporcionado a cientos de miles de personas en el mundo. Lo que nos habríamos perdido. Hay historia porque los hombres salen de casa, fundamentalmente para ir a la guerra, aunque luego a eso se le llame también ir a la escuela, ir al trabajo, etc. El niño que consiguiese no abandonar su hogar —cosa que yo, lamentablemente, no conseguí— no haría historia alguna, pero sería feliz. Su felicidad le parecería a todo el mundo —y los freudianos no serían más que una vocecilla en ese inmenso coro— injusta, irresponsable, inmadura, insolente, etc. Pero como ninguna de las voces de ese inmenso coro está en condiciones de aportar siquiera la menor prueba a favor de que el niño tenga que salir de casa para hacer historia o aún el menor argumento que ligeramente pueda sugerir que es preferible hacer historia que no hacerla, todas esas voces pueden irse al cuerno y dejar al niño en paz.

Me siento inmaduro, una vez más. Me siento mal, me siento orgulloso, me siento confuso, dejo de sentir, intento pensar. En un mundo que apenas tiene tiempo de ser consciente de la dramática falta de tiempo, en la ambición que se confunde con la codicia, en la competencia que se confunde con la rapiña. En la perversión de las palabras, que es de las ideas. En nuestro señor Don Quijote, que salió a ser alguien, pero para abolir la historia e instaurar un reino fraterno en mitad de un reino podrido, y que volvió a casa como un niño que ha jugado. Una frase "yo sé quien soy". Qué sabio, que distinto de los idiotas que claman "Usted no sabe quién soy". Supongo que muchos de ellos nos han devuelto a la intemperie de la historia en marcha, sin refugios ni luz de estrellas. Siento algo de frío. Nietzsche decía que la muerte del sol había desencadenado la tierra de su sol y...pero qué digo, divago, me entrometo, se me va la perola.  Grito sin emitir sonidos. La luna acoge mis desvaríos y guiña, las nubes se mueven. Me tumbaría en un parque y sería un inspector-colocador de nubes, les pondría nombre atendiendo a sus formas y las aparcaría. También es verdad que quizá lo único peor que envejecer es ser siempre un niño, como dijo alguien. Y otra vez la confusión. Y otra vez descontextualizadas frases ajenas. "Educar es templar el alma para las dificultades de la vida", dijo Pitágoras, por lo visto. sumergido entre triángulos rectángulos de colores. Pero la vida desgasta igual. No se trata de vivir en la inopia. Es acerca de tener un refugio contra la tormenta voraz, una lumbre en la que sentarse con quienes quieres, leer ese libro, ver esa peli, reunirte con amigos que hace tiempo que no veías, volver a sentir el tacto de una mano amada en la tuya. Una vida más humana. Una vuelta a casa. Sin honor ni gloria. Con pura y simple felicidad. Pero, ay, ahora...ahora tengo que salir.

Los padres de la chica saben cómo terminan estas salidas de casa, cuando el hijo retorna al hogar envuelto en un féretro militar o laboral o hecho pedazos y sin carácter, y por eso temen por ella, como han temido todos los padres a lo largo de los siglos. Sólo que, por esta vez –y únicamente debido a la suspensión temporal de la Historia que supone el estado social de derecho–, la chica no se va de casa para hacer Historia ni en busca de la hazaña, sino precisamente aprovechando que la Historia ha decretado una tregua, sabedora de que, como decía Hegel con pleno conocimiento de causa, la felicidad solamente es posible cuando el libro de la Historia Universal deja una página en blanco. Pero los padres también sufrían porque sabían que la Historia no puede interrumpirse eternamente y que las treguas son miserablemente cortas
José Luis Pardo, Mother & Child Reunion

Estas lecturas nocturnas hacen bien. Cargan las pilas. Mañana seguiré pensando igual, pero tendré más fe en que puedo elegir un buen camino. No era necesario ponerlo en un blog, pero así aprovecho ;P


¿Por qué este video? Porque morirse debe ser dejar de caminar, y porque esta canción, como Verne, como Parque Jurásico y Batman, como Maus, como Dylan, como Camus, como Sabina, como Dumas ,como tantos, mis amigos, mi familia...me apartan a veces del camino arduo y rodante de la Historia y me devuelven  a una habitación cálida, desde donde ver la luna y el camino de las estrellas. "La pálida noche que fluye en mi corazón/rompe las férreas rejas de tu prisión..."

Descansad bien. Y ved este vídeo por la noche, en una noche clara y cálida. Si no lo hacéis...os maravillará igual...pero hacedlo como os digo, solo por una vez. Y que seáis felices :)


La luna me enseñó el camino a casa. Y la música hizo un refugio de cristal. La selva se serenó. Y el acantilado era otro tipo de camino.


martes, 14 de agosto de 2012

Parte seis del relato sin nombre ni dirección... Sin título xD


Muros imponentes de basalto que parecía brillar con negritud acusadora flanqueaban el pasillo, hacia donde se situaba la sala donde esperaría a ser llamado. G sentía flaquear su decisión. No están construidos de mineral, sino de fallas humanas sumadas hasta erigir una mole de acusación y vergüenza. La codicia permitió cabalgar por entre los distintos mundos una Corporación cruel, y la indiferencia los ha fortificado. Es el mal corporizado. Irresisitible, cerniéndose sobre cada pobre diablo que pasa por aquí. No soy inocente, pero no merezco tal castigo. Ayer soñe con esto, una horrible pesadilla, pero sólo eran imaginaciones. El temblor de manos, la garganta seca y palpitante, el sudor...es un sufrimiento físico.Es una angustia que llega a los nervios desde la más simple quietud que susurra amenazas. Ojalá no estuviera aquí.

La sala era simple, sillas y pared blanca. Los cambios de luz se reflejaban en sus texturas y G se sentía atrapado entre un lugar en el que no quería estar, pero mientras estuviera allí, no estaría en el otro, que temía. Y podrían llamarlo en cualquier momento. Trató de respirar rítmicamente para tranquilizarse, evitar el movimiento aleteante de sus manos crispadas, dominar su sudor copioso. Pensaba en los jardines monásticos donde se refugió su familia tras el desastre, sus deseos de elegir un camino distinto, el festival de la sangre y el sufrimiento convertidos en comodidades y lucros lejanísimos. Su papel inconsciente...y no sabía si culpable o no. Sus deseos de olvidar, cambiar, buscar, regenerarse, huir. Y la luz blanca de la pared agonizaba y trataba de revitalizarse a veces. Y sus filos cambiantes sonaban a culpa y castigos.

El tiempo seguía embistiendo su entereza con tesón. Cada segundo se sentía volando, realizando extrañas piruetas para evitar la ferocidad de una reunión a la que no quería acudir y que adoptaba el nombre de un destino prefijado antes de que su propio planeta hubiera sido formado. Había tropezado en medio de su vuelo y caído en una trampa. La niebla había oscurecido sus ojos. Y el fuego había quemado, y lo seguía haciendo con saña, cualquier amago de resistencia... ante su propia empresa, en la que había entrado con sueños e ingenuo (Ingenuo significa nacido libre, recordó. En otro momento, hubiera sonreído con el recuerdo. Esta vez parecía otro oscuro presagio más) Era una tormenta interior que arreciaba con tal violencia que llegó a desear que llegara su turno, para encaminarse al sufrimiento como quien corre hacia su esperanza. Pero ese mal materializado que lo mantenía inerme, parecía no llegar a su fin, y nunca llegaría, de algún modo. Sin embargo, algún fallo en el cálculo del tiempo permitió que, tres o cuatro veces pensado, estos sentimientos se aliviasen, y su mente se abstrayera de la intensidad del acecho que había sentido ¿Querrían que estuviese con la guardia baja ante sus amables acusaciones llenas de veneno aunque aparentemente condescendientes? Supuso que sí. Y se sintió más fuerte. Aunque sabía que era una sensación transitoria que sería desmentida cuando fuera llevado ante la comisión, de una jerarquía mínima y una rigurosidad máxima, acuciada a su vez por otras comisiones superiores..a su vez lejanísimas en jerarquí y poder del verdadero Consejo.También el mal es banal, se permitió ser cínico (¿había sustituido su inmadurez por ello, o la había disfrazado?, y quienes me castigarán está llenos de rencor, miedo y amargura hacia otras sombras parecidas. Y de nuevo eso le envalentonó brevemente.

Fue un sonido breve, y una mirada huidiza de otro de los sirvientes de la Compañía. De talla normal, flaco y tieso de hombros, como un gato resabiado y temeroso. Esa breve impresión lehizo sentir por él un fugaz relámpago de simpatía, aun con su bigotito fruncido por su labio superior y sus gafas pretendieran distanciarse de él y sus problemas. No se veía la cara, pero la suponía angustiada y ansiosa de comprensión. El sirviente, con su camisa oscura y su chaqueta gris, le guió rápidamente a lo largo de pasillos fríos y mal iluminados. El eco de los pasos resonaba como percusión de una caja arrugada y defectuosa. Llegaron a una puerta, y al pasarla, esperaron un ascensor lejano. Estaban en el sótano. La puerta se abrió, y bajaron aún más.

-Espero que entienda que mi actuación es puramente profesional- dijo su guía. La repentina afirmación sorprendió a G, que trató de sonreír. Él también era alguien atrapado. Y eso significaba que era su compañero- y que tengo que advertirle de que toda su comparecencia será grabada. Deberá guardar el debido respeto a todos los miembros de la comisión, y hablar sólo en caso de que se le conceda la palabra. La compañía se reserva el derecho de llamarlo a usted todas las veces que considere necesario. y las informaciones sobre las que se le pregunte proceden de un exclusivo anonimato. No pregunte acerca de quienes las proveyeron. Responda de manera clara. Tras la comparecencia, se le informará de si puede volver a su puesto, o será cambiado, o separado del mismo.

Aturdido, asentía. Antes de poder entablar conversación con él, había vuelto a su costado, mirando como el pasillo se alargaba, y las luces se encendían brevemente a su paso para enseguida desaparecer. Había una puerta a la izquierda. Entraron, subieron otra escalera y G supo que la siguiente, más amplia, era aquella tras la que sus temores y esperanzas esperaban. El sirviente llamó, y una cara inexpresiva le miró, como si fuera una estatua defectuosa. Los rasgos duros y picudos de su cara y su pelo escaso debían servirle para dar una bienvenida adecuada, pensó G. Ahora que llego a lo que me aterroriza, me encuentro divertido como pocas veces. Y no sé si es una forma de voluntad de resistencia o destrrucción. Si había abierto la puerta, era el menos poderoso de todos. Cuando entró, el silencio se imponía. Tuvo que sentarse alejado de una mesa ovalada alrededor de la cual, 7 personas hablaban de él y con él sin mirarlo.

"Hemos recibido informes muy desfavorables de su actitud, 2045678MYRX" empezó una voz femenina con tono cortante... Y entonces supo que allí empezarían sus problemas.

domingo, 5 de agosto de 2012

Olympic Games 3. Impresiones fugaces

Bien, ya ha pasado una semana desde que Mr.Bean y yo soñábamos que algún día seríamos campeones olímpicos. Queda una semana por delante para disfrutar, pero se pueden escribir algunas cosas, una ez que el Dios Phelps nos ha llenado de dolor acabando su majestuosa carrera y el Dios Bolt ha reivindicado su dominio en el atletismo mundial.

1. ¿Cuánta tierra necesita un hombre? es un maravilloso cuento de Tolstoi, que trata con desenfado asuntos como la ambición, la codicia y la fragilidad humana. Cuántas medallas necesita un país para olvidar que el juego prevalece sobre la exigencia, que una mdealla alegra pero no cura, y que es imposible recoger sin sembrar.

2. Dobles de tenis. Disfruté y sufrí el partido de semifinales que perdieron Ferrer y Feliciano contra la pareja francesa. Pero es muuuy incómodo ver 5 segundos de punto y más de medio minuto de preparación, con las parejas cuchicheando. ¿Qué es eso tan importante que tienen que decir? ¿no pueden esperarse? ¿necesitan darse ánimos cada 10 segundos? Ay de mí.

3. Doma olímpica. De todos los animales, uno de los más bonitos es el caballo (lógico, habiendo tantos insectos repugnantes). Pero aún sin ellos, lo sería. Entiendo que las pruebas con caballos son estéticas, pero entre su ambiente versallesco y sus bailes gráciles, no acabo de entender por qué gigura en el programa olímpico y no un campeonato de Super Mario Bros. Y perdón si algún insecto que haya leído este punto se siente ofendido.

4. España es...españa, pero esto ya no debería ni servir de excusa. Invertimos en los eportes rentables e ignoramos otros cuyo fomento facilitaría conductas más saludables. La fractura entre el deporte hiperprofesionalizado y de base es algo doloroso de ver. Y el equivalente en este campo a una conducta generalizada, y a mi juicio errónea, en el país.

5. El tiro. Coger un rifle o una pistola y empezar a pegar tiros me recuerda a la escena de Torrente, cuando se va a hacer el dominguero tirando a latas de fanta usadas. Lo siento, pero no lo puedo evitar.

6. La gimnasia. No es mi deporte favorito, pero le reconozco un mérito tremendo. Me parece crudelísimo depender de evaluaciones subjetivas, tras jornadas extenuantes de preparación, y teniendo que mantener na concentración en la competición que me parece que roza lo humanamente posible. Que cosas hacen :)

7. Las mujeres mantienen a flote a este país. Es un hecho.

8. El festival nacionalista es comprensible, dentro de unos límites. Francamente, prefiero ver a los mejores sobrecogiéndome que a compatriotas que, con todo su esfuerzo, caen eliminados en primera ronda y se van a casa contentos de haber disfrutado de la experiencia mientras llevan cobrando una beca ADO 4 años. Y aunque en general me gustan los comentaristas, no entiendo su histerismo cuando un español está en liza. Ni tampoco creo que nadie vaya a destrozar sus marcas dándose cuenta repentinamente de que en la grada hay dos personas gritándole que vamos, que siga, que lo dé todo. Aunque bueno, eso es como cuando una grita al elevisor para que un futbolista chute. que se le va a hacer.

9. Dos comentarios memorables. El primer día, en la natación al de teledeporte creía que no estaba en directo para la primera carrera pero no le importaba, porque según dijo, esa ronda era "para mataos" y otro en la programación ayer, más o menos algo así como...""¡Esta noche tendremos la final de 10.000 masculina! (sonrisa amplísima) donde ya saben que siempre contamos con un participante español en dicha final...desde...20007, un...ehh...un marroquí" Fue un 0_o importante. pero bueno. Si alguien sabe que quería decir, que me avise.

y 10. El tiburón de Baltimore y el guepardo jamaicano. Dos monstruos irrepetibles que nos hacen soñar con que lo que nunca se hizo, podrá hacerse alguna vez, quizá antes de lo que pensamos. Creo que prefiero la natación, pero también es cierto que da más posibilidades de medalla. Así que que cada uno elija su favorito. Dos deportistas inigualables. Dos excusas para encontrar un poco más de alegría en estos tiempos oscuros.

PD1: Para los amigos de fieredeportiva.es escribí esto acerca del gran Phelps, por si os apetece, me spameo mi propio espacio xD

PD 2: Disfrutad del deporte olímpico, es imposible que no haya nada que os guste. Incluso si es domar a un caballo y hacerlo bailar. Un abrazo, amigüitos. Que la paz olímpica os acompañe.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Olympic Games, 2. La soledad del mito inalcanzable, o del mérito y el éxito


Se equivocó, dicen los expertos. En el primer viraje no imprimió toda la fuerza que podría y al fianl se dejo llevar demasiado, así que 5 centésimas le privaron de lo alto del podio, ese que siempre ha parecido su lugar natural. Más en una prueba que llevaba 11 años dominando sin misericordia. Su vencedor, el joven sudafricano Chad le Clos, no se lo creía, una victoria ante su ídolo, al que parecía avergonzado de ganar. Tras el podio, la vuelta a la piscina para recibir la ovación (¿Cómo se oirá el estruendo de la gente entrando en el agua y saliendo a la superficie?). El segundo guió a su sorprendente verdugo a través de las cámaras y le recordaba que mostrara más su oro. No era para menos, era un orgullo. Tras la lección de competitividad en el agua, le lección de deportividad fuera de ella.

Mientras el deporte sucedía, la espiral opinativa que crece insoportablemente cuando algo va mal en España (y en estos momentos, pocas cosas parecen ir bien) se centraba en esa conducta antideportiva analista del deporte que promueven los medios de comunicación envueltos en una bandera que ni respetan ni aprecian,de acuerdo a su odiosidad analítica y su antipatía. Los árbitros nos odian, los rivales nos envidian...en definitiva, que suplimos con una falsa competitividad disfrazada de excusas y envidias rastreras lo que no sabemos competir (con una actitud generalmente encomiable por parte de los profesionales y los que mejor saben lo difícil que es ganar a cualquiera) en los terrenos de juego. Y esta actitud que utiliza el deporte para demostrar lo opuesto a lo que el mismo debería ser sirve para todo, en economía, cultura, educación, política, en el día a día. Ganamos y no sabemos acordarnos del vencedor. Perdemos y nos acordamos de todo menos del rival. Pasamos de la soberbia estúpide del "soy español ¿a qué quieres que te gane?" al "nos han vuelto a atracar". Si fuera una pataleta, aún. Pero es una actitud persistente que nos impide ver la realidad. Que hemos vivido durante años manteniendo un sistema económico insostenible. Que hemos permitido que una casta dirigiese, y aún lo hace, los caminos de un país con una sociedad civil anestesiada o presa de la demagogia opuesta a la de los primeros. Que despreciamos los méritos e idolatramos los éxitos. Que fui a una Universidad con casi 8 siglos de Historia y había profesores que dictaban las clases y la hermeneútica (el saber fundamental de un jurista) era despreciada en favor de la competición memorística con un tomo, que nunca olvida. Que eso no me exime de mis errores y de no haber sido un estudiante mejor.

Sólo pensamos en GANAR. Nunca en competir, mejorar, aprender, disfrutar, competir, saber. El éxito es un medio en sí mismo para conseguir el siguiente. Y cualquier triunfo queda empañazdo por una depresión post-éxito que induce a exigir nuevos triunfos a quienes mejor saben lo difícil que es. Perdonamos las trampas. Apólogos del éxito que nunca han ganado nada más que púlpitos desde los que inyectar sus mensajes venenosos, machacan a los perdedores (y a los ganadores, si son extranjeros o no de su equipo) e insisten en que "de los segundos no se acuerda nadie". Y en días luminosos, el mejor deportista que quien escribe esto ha visto, con 19 medallas (15 de oro) olímpicas,  mundiales y decenas de records, queda segundo por un parpadeo, lo asume tras la decepción inicial y da una lección de deportividad que debería ser lo normal. Será que en el agua no hay penalties que lo excusen todo.

Supongo que mucha gente opina que no hay merito en saber perder cuando uno ha ganado tanto. Y esta es la indecencia que impide el debate y lo arruina todo. La forma limpia de pensar es que esa actitud es la causa y no la consecuencia de tantas victorias. Porque lo normal es perder. En cada disciplina hay magníficos deportistas y sólo uno puede ser el primero.El buen deportista se prepara para competir lo mejor que pueda y ganar a través del mérito. El malo repite que sólo le importa ganar, y cuando pierde se justifica, incoherentemente. Ayer escuchaba a un periodista futbolero hablar de que el espíritu olímpico era "una pamplina" y "argumentaba" que a Japón "le habían atracado" en gimnasia. Apostaría que no era un experto en la materia.

Menos de una hora después, Michael Phelps se convertía en el deportista más laureado de la historia de los Juegos Olímpicos. Hoy, la prensa deportiva española trae en portada declaraciones de pretemporada de futbolistas y entrenadores, y rumores. La tragedia del fútbol, un deporte que me encanta. Fuera del campo, está absorbiendo cada rasgo que nos hace ser menos serios, cultos, sabios y buenos para formar una sociedad de canis y chonis, y está desfigurándose seriamente como lo que es: un hermoso deporte. Pero eso hoy no importa. Ayer hubo una muestra más (como ha habido tantas, menos vistas, como la del judoka español al que los jueces dieron perdedor de su combate tras terminar empatados)  de saber estar, vivir la vida consciente de las limitaciones propias, respetar al contrario y saber que la verdadera victoria es dar lo mejor de ti mismo. Y crecer a través de los triunfos, los fracasos, y llegar a saber quien eres. Sin quejarte a voces porque la realidad niega contundentemente aquello que los delirios de grandeza sembraron en un ego siempre fértil. Y sin querer lanzar pedradas contra quien está alguna vez más alto que uno. Algunos están tan alto que es imposible, afortunadamente.

Enhorabuena, Michael, you´re simply the best! :)