sábado, 21 de agosto de 2010

El Gran Juego



Kabul en 1879


El gran juego relata una historia de oficiales ambiciosos y aventureros con muchísimas agallas para disfrazarse de mercaderes armenios o de peregrinos y recorrer desiertos y montañas jamás visitados por un europeo: los rusos para estudiar la manera de expandirse hacia la India; los ingleses para salvaguardar su imperio colonial y crear en las fronteras una serie de estados colchón con emires, khanes y reyezuelos fantoches. Una historia de emboscadas, decapitaciones y asesinatos en los palacios reales.
Umberto Eco, "Crónicas del Gran Juego"

El Gran Juego, o Torneo de sombras (la denominación proviene de la novela de Rudyard Kipling "Kim"), es simplemente la lucha sorda que mantuvieron los imperialismos ruso y británico sobre los territorios de Asia Central, sin enfrentarse nunca directamente en una guerra abierta. La mayor parte de las versiones que conocemos provienen de fuentes inglesas, conviene saberlo. Fue una lucha indirecta de guerrillas, espionaje, opinión pública y diplomacia para atraer a las tribus de las zonas donde se jugaba un destino que ha seguido volviendo y volviendo a jugarse hasta la actualidad, aunque no haya llegado a ser conocida con la amplitud que querríamos (la propia naturaleza encubierta del Torneo lo exigía, obviamente).

La historia, muy resumida (no soy ningún experto, espero no cometer demasiados errores) es la siguiente: la India (que comprende lo que hoy es Pakistán) había sido colonizada, conquistada y puesta bajo una administración colonial por... ¿Inglaterra? No exactamente, esa función había sido asumida por la compañía de Indias Orientales, que asume la administración y la puesta en marcha de un ejército propio sobre un territorio muy vasto. Es irrelevante de todas formas, se convierte en la joya de la corona, y la participación de Inglaterra será enorme desde entonces.Y aquí aparece el Imperio Ruso, bastante más atrasado, pero temible que quiere ocupar posiciones para consolidar su influencia en Asia Central y comienza, o sigue, más bien, su participación en el gran juego. La casilla central, inevitablemente, será un pais de una orografía dificilísima, no centralizado y que es percibido a la vez, según las intenciones contrapuestas, como cabeza de puente o como plataforma amenazante del Imperio Británico: Afganistán.

Sin embargo, no es la única casilla. Hay que contar también con Persia y el Cáucaso, partes de China, Nepal, el Tíbet, los actuales Pakistán y Cachemira y la propia e inmensa India. Un territorio inabarcable que la codicia y el afán de poder empujaban a ambos bandos a tener bajo su control (o hacerse la ilusión de que no podrán ser casillas enemigas), y presionar desde sus casillas conquistadas (siempre de forma provisional. Los caudillos locales aprendieron a jugar muy pronto, y desde luego sus ambiciones eran de igual signo). Es interesante hacer notar la absoluta ignorancia entre occidentales y orientales a lo largo de sus relaciones, los colonialistas estaban convencidos de su superioridad y con eso les bastaba, los naturales del lugar debían considerarlos como una especie de extraterrestres locos que serían de risa si no fuese por su fuerza militar, supongo.

Estos territorios eran espacios desconocidos para los imperialistas, que se apresuraron a explorarlos para poder dominarlos e inclinar la balanza a su favor, sin pedir ningún tipo de opinión a los naturales de aquellas regiones, por supuesto, como todos los imperios que en el mundo han sido, utilizándolos como aliados o espías, y a veces siendo utilizados por ellos, también. Abierta u ocultamente estos exploradores-espías-soldados midieron los grandes montes del himalaya, buscaron las fuentes de los grandes ríos de la India o pudieron redescubrir la ruta de la seda, con sus ciudades míticas semienterradas en el olvido.De muchísimos de ellos no queda el nombre ni la memoria. Los peones no suelen estar destinados para la gloria.Sin embargo, como ya se ha dicho, donde se centraliza el gran juego es en Afganistán. Los británicos, al darse cuenta del posible peligro que entraña el dominio ruso, se apresuran a intentar dominar el pais a través de un gobierno títere, en 1838. El aspecto militar no supuso un gran problema para el ejercito británico...pero cuando éste desaparece, todo se viene abajo. La fuerza militar reducida que se había mantenido es continuamente acosada por la población civil (o bien, tribus rebeldes y en la práctica irreducibles, seguramente con la influencia rusa que en ese momento convenía golpeando desde las sombras), y aniquilada cuando decide la retirada (no hay hipérbole en el término, 16.000 personas, salvo un médico, William Brydon, fueron muertas en el paso de Jyber, hoy perteneciente a Pakistán y la salida natural hacia la India que entonces controlaban los ingleses. Desde ese momento de infierno para los europeos y reforzado más de un siglo después con la derrota soviética, Afganistán recibirá un nombre truculento: La tumba de los imperios. Supongo que no sería muy popular usar mucho el nombre en los telediarios ). El desastre cambia la visión con que los británicos van a considerar despues a Afganistán, que dado los costes inasumibles de su ocupación, pasará a ser según la estrategia británica un estado que actúe como barrera entre las zonas de influencia rusa e inglesa.

Pero la expansión rusa persiste, y llega al Rio Amu Daria, que sirve parcialmente de frontera afgana. Además, su diplomacia entabla relaciones con el Gobierno afgano (habían aprendido del error británico de controlar militarmente un territorio peligrosísimo, muy montañoso, en el que tener en contra a las tribus locales era un camino directo al fracaso). Los ingleses reaccionan exigiendo otra audiencia, que es rechazada, y vuelven a declarar la guerra a Afagnistán.Fue otro revés, aunque no tanto como la debacle de la primera guerra anglo-afgana. De nuevo, una campaña militar eficaz, el control de Kabul. Y de nuevo, cuando ya parecía acabada, empezó la verdadera guerra, con un brote de cólera en el ejército, además. Hubo de nuevo rebelión, y anque esta vez los ingleses supieron preservar su fuerza, acabaron abandonándo, dejando a un gobernante que ellos creían más favorable a sus intreses... y poco más, salvo que parecieron aprender la lección de que cuanto más intentaran imponerse como dominandores del pais, más odiados serían, y lo tendrían más difícil. A partir de ahora adoptarían la táctica del juego encubierto y apoyo a los reyes locales que iban adoptando en otras zonas. Y de esa forma, a través de esa táctica indirecta y sin enfrentarse, ambos expansionismos encontraron acomodo en determinadas zonas de influencia, sin molestar mucho a los demás...hasta que fueron entrando nuevos jugadores, que veían y ven zonas de amplios recursos, de gran población, etc... y quieren atraérselas a su bando. Y en sus juegos de gloria y poder, van conformando nuevos mapas. Asia Central, como dijo Churchill de los Balcanes, produce (o se la producen) más historia de la que puede soportar, supongo

El gran juego continúa, con los mismos errores, enfrentamientos, pero sin el halo romántico (no fue romántico para las víctimas de la ambición europea, entre las cuales hubo bastantes europeos, también) que nos pueden evocar ciertos episodios. Hoy las estrategias globales contra el terrorismo se conjuntan con construcciones de gasoductos y descubrimientos de yacimientos de litio (una divertida entrada al respecto: http://evocid.blogspot.com/2010/06/una-de-marcianos.html ). Y todavía queda mucho, mucho tiempo, hasta que termine. Al menos, nos queda el intento de aprender mejor lo que sucedió, y saber que hoy, los adversarios del gran juego por Asia Central no son khanes fatuos que preguntan a los emisarios extranjeros si es que acaso esa reina Victoria tiene 20 cañones, como ellos lucen. Saben jugar y tienen buenas cartas. Y algunos parecen estar decididos a ser temibles jugadores. Y mientras el juego transcurre entre vanguardias sordas de culturas distintas sobre las cuales los pertenecientes a las otras suelen, solemos mirar con asombro, recelo y desconocimiento, generaciones enteras se han acostumbrado a vivir sin esperanza. Ojalá el mundo fuera un lugar con juegos más inocentes.