jueves, 21 de enero de 2010

Ajedrez, o la arquitectura del aire

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Borges



Uno de los mil paraísos que nos ha sido concedido imaginar en este mundo, para mí: Un salon amplio y con cierto toque antiguo y austero, una alfombrilla por el suelo que atenúe el eco de los pasos, con una chimenea solícita y acogedora en un lado, y mesas de ajedrez flanqueadas por jugadores buscando la combinación perfecta, mientras tras otra puerta, aquellos que han acabado, no han empezado, o quieren charlar, mantienen una tertulia en sus sillones, como una de esas sociedades científicas victorianas (por supuesto, con más mujeres, o con mujeres, si nos ponemos precisos). Un poco apolillado, pero me gustaría tener un refugio así contra el desgaste de los días y la lluvia, como tantos otros en otras situaciones. Sería pausado y amable en cierto modo, y un reto para mi capacidad imaginada, de la que carezco por completo: ser un buen jugador de ajedrez. No lo lograré. Un sueño que no llegaré a cumplir. En fin, me quedan otros cien mil.

Me resulta fascinante que algo tan matemático, con una tendencia a la simetría tan obvia y con una geometría tan clara (esas diagonales infinitas, esas embestidas a través de ataques a lo largo de la columna, o esos taimados movimientos por la fila para encubrir la puñalada, los saltos imprevisibles del genial caballo formando eles, el avance en línea recta de los abnegados peones, etc...) pueda estimular tanto la imaginación, esas combinaciones que ocultan su veneno, pero que asfixiarán unos cuantos movimientos más tarde. Esos blancos y negros en un contraste tan vivo, la caída de las piezas, la contradicción eterna. Esa lucha feroz entre lo radicalmente opuesto. Esos movimientos majestuosos de las piezas mayores, sin olvidar la entereza y la fiereza de los peones, atacando a pecho descubierto.

Una buena partida debe ser oscura y tempestuosa, con la lluvia cayendo entre las posiciones que avanzan o se retiran, se sacrifican o son temerarias, entre las nubes negras de dos mentes dando lo mejor de sí mismas. Y hay bosques invisibles donde se preparan las emboscadas, y guerrillas con las que se cuenta que no están en la casilla peleada pero la amenazan y hostigan, y precipicios desde los que se abren túneles para la huída, y piezas que se abrirán para que las diagonales lleguen al corazón del adversario, o derrumben las defensas que parecían sólidas. O caigan en una trampa bien estudiada por su contrincante. Las posibilidades son infinitas, y en cualquier variante acechan la belleza y la muerte, la traición y la gloria. Y siempre, en nuestra voluntad, el ánimo de emular a los grandes héroes que ha dado el juego de reyes.

Paul Morphy, que era un genio de la combinación brillante y murió loco, como su gran compatriota Bobby Fischer, que llegó y desapareció como una estrella fugaz. Alexander Alekhine, que era agresivo como un clásico pero dominaba el juego de posición perfectamente. Adolf Anderssen, que ganó una partida tan hermosa, que se conoce como "La inmortal", y él mismo fue inmortal desde que sus manos depositaron en el tablero del mundo la pieza que cerraba su ataque, que era de los mejores en la llamada escuela romántica, que es la que más me gusta, como aficionado sin talento que soy, todo escaramuzas, ataques, búsqueda de la belleza. O Capablanca, que a su magnífico apellido unía un talento natural pocas veces visto de nuevo. Petrosian, que era famoso por atenazar a su rial y dejar que el sólo fuer empeorando su posición para machacarlo. Karpov, que trabajaba cualquier pequeña ventaja para ir asfixiando a los rivales. Kaspárov, que era agresivo y voraz, y que ha escrito un libro muy sugestivo, Como la vida imita al ajedrez. Y tantos otros que no sabré apreciar como merecen...

Y en resumen (lo que me cuesta resumir, por Dios...), me encantaría jugar una partida ahorita mismo, empezando con concentración, recordando las reglas que hay que seguir para mejorar y que nunca asimilo, buscando entre el bosque de movimientos tácitos el que mejor me sirva...no lo lograré, pero en fin...¿Alguien se apunta?

Yo soy un peón de torre, que ha sobrevivido a las amenazas de los otros peones soldados, al ataque imprevisto del caballo y a la demolición de la torre. Pero cuando llegó el contraataque de nuestros enemigos, la reina que me defendía, se retiró y me dejo expuesto a la astucia cruel del alfil, que ha tomado la diagonal, para expulsar a nuestra torre de la posición que ocupa, defendiéndome. Aquí luché, aquí estaba. Aquí muero. No sé si este ataque será el definitivo, o si lograremos resistir, o incluso vencer, pero en el fondo, que más da. Otra partida se iniciará cuando termine esta. El juego es infinito.

¿Cómo la misma vida, qué no? ;) . ¡A luchar!

14 comentarios:

  1. Yo juego bastante bien, cuando quieras...
    muy bueno el relato.
    Saludos

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  2. Genial :) , cuando podamos, a ver que partida sale, espero oponer algo de resistencia y muchas gracias.

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  3. Explorador, siempre he sentido admiración por las personas que saben jugar al ajedrez.
    Yo no tengo ni idea.
    Un abrazo, estoy contenta de verte

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  4. Yo también siento lo mismo...intento emularlos, pero no hay forma :)) . Otro abrazo para ti, también muy contento de verte por aquí.

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  5. Creo que soy un alfil, porque no puedo andar defrente, siempre voy ligeramente en diagonal. Suerte.
    PD: La parte donde enumeras los maestros te quedó sublime.

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  6. Gracias ;) . Bueno, ser alfil no está nada mal, tiene una profundidad especial. A mí me gustaría ser caballo, pero bueno...no sé si lo soy.

    ¡Un saludo!

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  7. Buenassss Explorador, primero quiero darte las gracias por ir a descubrir mi libreta, que para eso está.

    Y lo de visitar castillo (y me has dicho que has estado en varios), creo que mi castillo es como lo decís en tu post, grande, pero armado de milongas y perfecto para jugar al ajedrez.

    Mirá yo no soy buena para jugarlo, mi papá tampoco, pero creo que mi tío Ernesto sí se apuntaría, él sí juega ajedrez desde hace años, aunque él se considera también un poco malito para jugarlo, pero venga, que todos acá hemos intentado ganarle y no hemos podido.

    En la vida cada quien puede ser una pieza de ajedrez, mi abuela es la reina, mi padre es el rey (y yo algún día seré la reina también), bueno, mi tío bien puede ser uno de los caballos, ó le queda mejor ser una torre. Los peones somos acá todas las amigas, dispuestas a dar la vida por a quienes queremos como hermanas.

    Flashera mi comparativa, pero bueno, es lo que se ha cruzado por la mente.

    Te saludo y me despido (SYD)

    Atte:
    Jessie

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  8. Fantástico. A pesar de ser un jugador pésimo, el ajedrez me fascina.
    Bueno, cuando tengas ese refugio, avisa, que echaremos una partida eterna.

    La cita de Borges, fenomenal. Pero el fragmento del peón, vaya, un 10. ¿De dónde lo has sacado? ¿Es tuyo? Perdona la indisreción, pero este breve fragmento resume muy bien muchas cosas.

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  9. Muchas gracias, queda pendiente una partida, realmente no juego bien, así que quizá sea divertida y cruenta, con muchas piezas cayendo heroícamente ;) así que estará bien.

    Me alegra que te guste el fragmento ese, lo escribí porque se me ocurrió que acabaría bien la entrada con una pequeña comparación del ajedrez y la vida, recordé uno de Pérez-Reverte que decía algo parecido e hice el mío. Muchas gracias, siempre es agradable oir esas cosas.

    Un saludo, y pon en guardia tus piezas!! ;))) y de nuevo, muchas gracias por el comentario.

    Jessie, muchas gracias a ti también, creo que me gusta tu castillo y no olvides que los peones pede llegar a convertirse en reinas, ¡un saludo!!

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  10. ¿Sin talento?

    Permíteme dudarlo.

    Es más, te sugeriría que empezarás a ponerlo en duda TÚ.

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  11. Oye, magnífico el relato, de los buenos, de verdad.Parece(según científicos franceses), que jugar al ajedrez paraliza o ralentiza procesos como el Alzheimer, será cuestión de ponerse.Un saludo

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  12. Si jugásemos más al ajedrez, tendríamos en este país muchos menos idiotas.
    Un saludo

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  13. yo tengo unas cuantas "peores pelis favoritas."..

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  14. Esta entrada me ha recordado a "la partida mas tonta" de la cual fuí protagonista. Fue ne la final del campeonato de mi colegio. Tenia la partida totalmente dominada, por piezas y posición, era cuestión de pocos movimientos. Depronto surgio la tragedia, "rey ahogado". A mi padre se le olvido enseñarme esa parte. Lo mas tragico fue que mi contrincante tampoco la conocia. Me dejo tan depre que las dos siguientes las jugue sin ganas y perdí.

    Así aprendí una parte muy importante en los deportes, la sicologica. ¡AH! y una mas importante aun en el ajedrez, aquellas palabras que taladraron durante mucho tiempo mi cerebro, la voz del juez diciendo: "Rey ahogado", tablas.

    Saludos.

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