A la derecha del río, se encuentra un tilo solitario. Su fronda amable había servido muchas veces para que el sol se filtrase en la cantidad aceptable para dar calidez sin abrasar, y sentir su caricia mezclada con el viento de la ribera. Por eso había acabado por considerarlo, en una broma privada, una especie de templo antiguo que sólo él conocía y sólo él sabía como venerar. De vez en cuando se arrodillaba, se sentaba sobre sus talones y mantenía la espalda erguida mientras cerraba los ojos para sentir el calor en los párpados y esa luz imprecisa que se posa en los ojos velados, mientras alzamos la cabeza al sol. Y a veces había llegado a sentirlo como una verdadera oración, para que la vida inagotable del lugar lo amansara, la sombra lo protegiese y la savia lo renovase. Enseguida se sentía ridículo por el ritual, esperando que nadie lo hubiera visto(no había mucho peligro, era una zona sorprendentemente poco transitada) aunque siempre descansado.
Pero de todo ello hacía ya demasiado tiempo. Cuando volvió, sólo el río, los árboles y el sol parecían haberse mantenido inmutables tras el desastre. Y él había visto casi todo lo soportable, y gran parte de lo insoportable, salvo lo que sucedía en su propio lugar, y por eso volvió como un extraño. No conocía el mundo al que regresó. Todo lo que el tiempo traspasa va formando un surco imperceptible poco a poco, que más adelante se convierte en un foso imposible de salvar. Todos habían sufrido y todos habían visto lo que no puede expresarse, pero ellos, al menos, lo había compartido todo, y se había mantenido unidos. Él...lo que vió y lo que sintió nunca podrían abandonarlo ni su carga sería soportada por nadie más. ¡Que vacíos resaltaban ahora esos años de separación y abandono forzoso sobre el muro de su vida!, eran huecos sin alma donde se asomaban sus peores recuerdos. Y ni siquiera podía decir que su esfuerzo había servido para aminorar el de los que se quedaron. Había partido sin saber por qué, y había vuelto sin saber a dónde. Y no supo que buscar que le ofreciera una nueva mañana.
Allí está, entre las primeras hojas caídas que el viento ha desperdigado, oyendo el rumor del río, sintiendo el sol resbalar por su cara como lágrimas, con el cuello vencido hacia atrás. Sus manos están crispadas, querría poder dormir mil años, y despertar de nuevo para volver a sentirse vivo de nuevo, más allá de la penumbra que le vacía y le consume. Pero también querría sacar el puñal que nunca le abandona desde hace días, sentir el filo en su carne maltratada y rodar hacia el agua, para quedarse allí, cerca de su templo que nadie conocerá. Pero es una lucha breve, la brisa y el rumor del río, lo aplacan y sus manos se abren. No sabe que pasará luego, pero ha decidido que, aunque no sabe adonde irá, no se irá hoy.
Cuando era muy pequeño, tuve un sueño breve: Tumbado en el sofá de mi salón, una serpiente se acercaba lentamente y me picaba, de una forma amistosa. Luego subía su cabeza y sonriendo me decía que sólo viviría los siguientes 60 minutos. Pocas veces fui tan consciente de la placidez de la vida como en ese sueño(creo que fue uno de los casos en que sabes que sueñas), y, aunque algunas veces pensaba en ese sueño y sentía algo más de angustia, siempre me pareció que la reacción que sentía en esa hipotesis es imposible, pero de algún modo, más instintiva y natural, que otras, salvo que el punto de angustia, dolor y remordimientos, siempre va a estar presente: en ocasiones, las lágrimas no son negociables.
Estos días, por unas causas o por otras, he leído y recordado anécdotas y curiosidades sobre las muertes ajenas o sobre la muerte, en abstracto: Otón, que en su guerra civil contra Vitelio por el poder en Roma, dijo que uno podía morir por muchos, pero no muchos por uno, y fue encontrado muerto a la mañana siguiente, antes de la batalla; Wittgenstein, cuyas últimas palabras al personal médico que se encontraba con él fueron "díagles a mis amigos que he tenido una vida maravillosa; Yukio Mishima, que pensó que a su decadente pais le conmocionaría su suicidio ritual; otro escritor que suicidó para llamar la atencion de su libro, y lo consiguió, pero tuvo malas críticas...y he pensado en ello, en la luz y la sombra, en la exaltación y la apatía, y como la muerte se ha convertido en kitsch (porque es imposible convertirla en tabú), y cuando no, en obsesión morbosa. La falta de naturalidad en su trato, en definitiva. En un libro hermosísimo e impactante, Cita con la cumbre, Juanjo San Sebastián, un alpinista, narra su ascensión al K2 en la que perdió a un compañero y amigo, haciendo lo que les gustaba, y en el sitio en el que querian estar. Se cuenta con la lógica de quien asume un riesgo y a veces tiene que pagarlo, con una actitud gozosa, lúcida y valiente antes las circunstancias.
Así que con todo ello, me he puesto a pensar últimamente en el propio concepto que hemos creado, que hace que una visión más serena acabe pareciendo poco vital o morbosamente triste, mientras nuestra vida aparece cada vez (o eso me parece) más apática y deslucida. ¿Podría tener alguna relación?. Pues la verdad es que...no lo sé. La rebelión contra nuestra condición mortal y frágil es comprensible, pero cuando se transforma en una negación absurda, sólo conlleva más sufrimiento y angustia, creo. Pero también es verdad que hablar así es muy fácil, cuando uno no siente y puede permitirse el lujo de pensar en ello como una abstracción lejana. Pero lo cierto es que si la serpiente de mi sueño me dijera que debía irme mañana, creo que sentiría aún más el dolor que iba a causar en los que se quedan que en el mío propio...hasta los últimos momentos, esos en los que el corazón se rebela. Mi abuelo pudo morir en su cama, rodeado de su familia, despidiéndose de todos nosotros...y a pesar de que hay momentos en los que el dolor no puede negociarse, ese recuerdo ha traído mucha paz cuando lo recordamos. Ojalá siempre pudiese ser así. La muerte como el final del consumo de un regalo maravilloso, o de un camino repleto de maravillas que no merecíamos pero nos fueron concedidas (mientras escribo esto, recuerdo algo que dice San Sebastián en su libro, "al menos a los que nacimos en el hemisferio bueno en la época buena", es injusto pero es así, y para nosotros debiera serlo...pero la felicidad siempre parece difícil) y que incluye apredizajes dolorosos y misterios que nunca dejarán de causarnos placer y alegría, rebeliones y dentelladas, paz y susurros, dolores que no comprendemos y recodos del camino que nos ofrecen descubrimientos y conocimientos que mejorarán nuestro viaje, tragedias que nos hieren...y el tiempo a nuestro lado, como una nube que va cambiando mientras pasa, que nos lleva y es llevado por nosotros de un lugar a otro hacia todas esas experiencias que algún día terminarán. Y debe pasar así. Y aunque no debiera....es.
Es muy fácil escribirlo aquí, y supongo que mucho más difícil vivirlo....pero eso también es la vida, el ensayo general para una obra que no será representada, así que mejor buscar una buena actuación :)
Así que, suponiendo lo que es imposible de suponer con certeza, aunque tuviese mucho por hacer y muchas espinas clavadas, creo que no sentiría nada más que agradecimiento por los que compartieron mi viaje, y si perdí la gracia del mar y las olas son amargas, me gustaría pedir perdón por el trago que haría pasar a la gente que me regala el don de su aprecio. Y sentir que la escasez de tiempo convierte cada segundo aburrido, cada instante desperdiciado y cada oportunidad perdida en joyas de mi insignificante vida propia. Y los buenos momentos, que reluzcan como soles, antes de apagarse. Aunque quizá no sea así, pues nadie ha vuelto, así quiero imaginarlo y vivirlo, si los dioses me conceden la oportunidad, dentro de mucho tiempo (tampoco estoy ansioso por demostrar mis teorías xD), espero.
No me iré mañana.
Morir parece fácil,
la vida es lo difícil:
ya no sé sino usarla
en ti, con este inutil
trabajo de quererte,
que tú no necesitas.
Luis Cernuda.
Gran texto de arranque y durísimos versos de cierre, del excelso Cernuda. Toda una reflexión sobre la muerte, y el tiempo, éste, el de ahora.
ResponderEliminarQue sueño tan, tan extraño el de la serpiente, realmente impactante. Tengo un poco de envidia, porque jamás sueño cosas así. Parece un augurio o algo parecido.
Y volviendo al texto del principio, me gustaría saber más. ¿Dónde ha estado? ¿De dónde viene? Ese rincón íntimo está muy bien escrito.
Saludos.
Interesante reflexión.
ResponderEliminarVeo que, últimamente, te inspiras bastante en tus sueños. La verdad, es que tienes sueños bastante inspiradores.
Saludos.
Explorador, otra gran entrada. Tu reflexión me parece de los más acertada a la que no se me ocurre nada que añadir, el relato inicial me hace reflexionar a mi, y los versos finales, aunque duros, me parecen ciertos, lo difícil es vivir.
ResponderEliminarSaludos.
Según los expertos, soñar con serpientes es mal augurio, pero a mí, soñar con animales me aporta calma y placidez. Siempre despierto de buen humor cuando sucede esto, aunque no es muy a menudo.
ResponderEliminarPor el resto, la muerte sólo es el final de la vida. No hay que temerla si has tenido momentos felices, si has aprovechado tu tiempo y si has mejorado en algo lo que te has encontrado al llegar.
Un bico
Gracias a todos :)
ResponderEliminarIgor, Cernuda es grandioso, tiene versos que quedan vibrando en la mente. El texto inicial es mío, quería poner algo...bueno, él no tiene la culpa, pero he empezado a leer a Mishima y me atrajo mucho su contraste entre la naturaleza plácida y los conflictos interiores y demás...lo digo más que nada por recomendarlo ;). Y del sueño hace ya muchísimo tiempo, no fue tanta cosa, un sueño raro.
Perikiyo, ya digo, el sueño no fue tanto, fue bastante simplón, pero la verdad es que fue apacible...
Nikkita, me alegra mucho que te guste, y sí, coincido, vivir bien y aprender a hacerlo es un aprendizaje arduo.
Tuxina, bienvenida, esta es tu casa :) , yo no he soñado mucho con animales, pero alguna vez sí, y me pasa lo que comentas, exactamente igual. Tu segunda frase me parece muy acertada, en especial el matiz de "mejorar lo que encontraste al llegar". Quizá debiéramos plantearlo como un reto. Un abrazo
¡Muchísimas gracias a todos, de nuevo!!
Un tema duro el que nos traes.
ResponderEliminarTodo el mundo piensa en la muerte aunque no lo diga. A veces envidio la seguridad del creyente en el mas allá, pero por si después no hay "nada", lo mejor es vivir esta vida como si fuera, tal y como dices, un "regalo maravilloso".
Que asi sea.
D. Explorador, cuando una entrada es tan excelente comola suya tiene su propia música. Pero, sólo la escuchan los que saben leer. Enhorabuena.
ResponderEliminarD. Explorador, coincido con usted. Mi ordenata va full velocidad pero, hay sitios de los que me marcho antes de que acaban de cargarse, porque el proceso se eterniza entre musiquitas, dibujitos y chorradas.
Un abrazo, amigo.
Explorador, me queda con dos frases que me gustron de tu extenso texto. Tan lleno y profundo en un tema que, necesariamente, nos toca. "Las lágrimas no son negociables" y "El dolor no es negociable". Ambos formando parte de la felicidad como contrapartida... aunque parezca difícil. No tengo sueños, pero sueño lo que quiero. Y así entre sueños y sueños se va construyendo este proyecto que pococ a poco va dejando tras de si su estela. Tan personal. Me gusta leerte. Pero me tomo mi tiempo y leyéndote me dejas pensativa y no con sabor amargo, más bien con sabor auténtico, realista pero aderezado con finas gotas de intensa poesía.Un abrazo
ResponderEliminarStrafford, sí, aunque sea difícil, supongo que esa debe ser la actitud. Y lo del creyente...a veces debe ser aormenante...yo no sé si creo o no...pero en mi caso, no es fácil :)
ResponderEliminarGarcía Francés, muchas gracias por su amabilidad, me alegra que le haya gustado (y que no haya perdido el tiempo en dibujitos y canciones)
tanci, te deseo un proyecto vital lleno de felicidad, y muchas gracias por tu comentario,
Un lujo, como siempre, estaís en vuestra casa y mejoraís cada entrada. Muchísimas gracias a todos.
Buena reflexión, hoy en día, como esta el mundo y sus moradores, adquiere un gran valor.
ResponderEliminarSaludos.