sábado, 17 de octubre de 2009

Acerca del frío y las segundas oportunidades

Parece que definitivamente va llegando el frío, aún con treguas en las horas centrales del día. Nos resignamos al cambio, menos esperado que el contrario, de dejar la ropa más ligera durmiendo a la espera de un día extraño y gozoso, o bien hasta dentro de unos meses. Mientras llega la plenitud invernal, la vida se irá haciendo menos espontánea, más pausada y casera, los bares ofrecerán calor y las iglesias serán un lugar más oscuro y frío, esperando a sus fieles más fieles para acercarse a su verdad más unidos y juntitos todos. Será un tiempo menos activo y más reflexivo.Florecerán en poco tiempo los puestos de castañas y de churros, que según pasan los años son cada vez menos mágicos, y creo que seguiré soplando a veces sólo para ver mi aliento (recuerdo que de pequeños nos decíamos ¡mira como fumo!), mientras las tiendas compensan con su luz las noches de la calle. Durante unos meses, cuando quedemos con cualquiera, habrá que improvisar un plan rápido, cualquier lugar será más apetecible para pasar un rato, y experimentaremos el placer de quitarnos el abrigo cuando estemos a cubierto.

En los pueblos de mis abuelos nevará, pero no creo que pase ningún día para volver a ver las eras con la tierra endurecida, ni seguiré el camino del bosque que hace años parecía lejanísimo,no iré a la panadería que tenía el mejor olor que se podía percibir en toda la tierra (yo, que tengo el olfato atrofiado :DD) ni tampoco habrá un brasero amable bajo las faldillas de la mesa, por donde merodeaba un gato arisco, en la cena. Allí quedarán ancianos que no saldrán tanto a sentarse a las puertas y entablar tertulias pausadas. Los que tengan suerte irán con familia o ésta vendrá para hacer compañía, y los que no, esperarán el invierno y lo que venga solos, esperando recomenzar, siempre.

Cuando comienzan estas épocas, uno siente que se empieza a acabar un ciclo, que la naturaleza (y el calendario gregoriano también, claro) nos muestra el periodo de evaluar lo que hicimos antes, con la serenidad que nos permite el tiempo, que se nos muestra como un bloque helado inmutable, y preparar nuevos planes, rectificar errores, perseverar en los sueños y renacer de nuevo a lo que soñamos y a todo lo que podemos ser. Unos lo lograrán, otros lo intentarán. Todavía queda algo de tiempo para esa fase más dura del invierno, que siempre se acerca sigiloso, como reza el lema de la casa Stark, una de las protagonistas de la magnífica saga "Una canción de hielo y fuego", de George R.R.Martin, "Se acerca el invierno" (por cierto, Yors, estamos esperando el nuevo libro, no tardes...). Y cuando pase, se nos concederán otras nuevas oportunidades.

Lamentablemente, a veces esa "oscura maravilla que nos acecha" en palabras del poeta (que en este caso adoptó el apellido Borges), llega con su brutal indiferencia a cobrar la cuenta. Pasa cada día a muchísima gente, la mayor parte de la cual es buena y no merecería esos zarpazos, especialmente en edades tempranas. Pero si pasa, entonces sólo nos podemos conformar con lo que hayamos sido capaces de hacer, y esperar dejar un buen recuerdo en aquellos que quisimos y que nos quisieron para mitigar su dolor. Espero, y creo, que haya sido el caso de Andrés Montes que se ha ido con la mayoría, como decían los romanos, esta noche.

Empecé a oir hablar de él cuando aún estaba en el Instituto, y aunque me gustaba mucho el baloncesto, la NBA era otro mundo inalcanzable de superhéroes que volaban en horarios difíciles de seguir . Me enteré de algunos motes y latiguillos, y cuando fui pasando años, vi alguna retransmisión con su inseparable Daimiel. Las horas intempestivas, su sueño, mi sueño, la retransmisión frenética llena de coletillas, su música chill out y esas conversaciones surrealistas y poéticas cuando el juego estaba detenido me fascinaron. Luego llegó el Mundial de Alemania, su fichaje por La Sexta, las críticas y las defensas a su peculiar estilo, y el convencimiento de la inmensa mayoría de que, pensaras lo que pensaras de su forma de narrar un evento deportivo, había alguien entrañable intentando divertirte. Una buena persona, seguramente (quizá debiera tener más cuidado en hablar así de alguien que no conocí, halagándole a raiz de su muerte. Pero ahora me dan igual estas consideraciones, francamente)

Querido Andrés, no tengo talento ni magia para poner nombres chispeantes o graciosos, ni para usar las palabras como merecería este modesto intento de homenaje y agradecimiento. Sólo te digo que estoy intentando acabar esto antes de irme a la cama, que aún no me lo creo y que hoy más que nunca, estoy contigo y creo que la vida puede ser maravillosa y que tenemos que intentar disfrutar como nos enseñaste. Hasta siempre locutor, duerme en paz.



2 comentarios:

  1. No me puedo creer que haya 0 comentarios en esta entrada. Será a que a todos nos da miedo el frío. La mayor parte de la gente muere en otoño, es verdad. Pero yo ya tengo ganas de ponerme el abrigo y la bufanda. Y de hacer como que fumo.

    ResponderEliminar
  2. Pues gracias por comentarlo tú, ya queda poco para todo eso, parece ;)

    ResponderEliminar